No es casualidad, o sí, que Winsor McCay sea uno de los padres fundadores de la historieta, pero también del cine de dibujos animados. Por decirlo de algún modo, el talante de feria, de maravilla y de sorpresa que caracterizó al cómic decimonónico se trasladó a comienzos del siglo veinte al incipiente cine, todavía mudo. Los 'sindicatos' de tiras de prensa y los estudios cinematográficos de Hollywood empezaron a colaborar. El auge del sonoro y la implantación de la televisión no harían sino extender esta cohabitación entre el cómic y la animación. Uno de los resultados de esta colaboración fue entender los dibujos animados como un producto destinado al público infantil y juvenil.
El profesor Diego Mollá Furió, gran conocedor de la materia, nos introduce de lleno en esta suerte de intermedialidad llevada a cabo entre diferentes industrias y medios:
Tebeosféricos animados
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