jueves, 11 de abril de 2019

LA CURIOSIDAD MATÓ AL GATO PERO DIO LUGAR AL HISTORIETISTA (Y AL LECTOR)




En el recuerdo de muchos lectores infantiles de cómic suelen coincidir varios episodios prototípicos (nuestras propias magdalenas de Proust, por así decir) pero, sin duda, uno de los más habituales remite al intento de crear historietas por uno mismo llevado por la curiosidad, en una suerte de imitatio que quizá fue el germen de una carrera profesional en la edad adulta o simplemente quedó en lo anecdótico, a lo sumo en unas cuantas páginas emborronadas en una tarde cualquiera de verano. Pero el éxito o el fracaso de la empresa no es lo relevante en esta experiencia compartida por tantos: lo importante, en verdad, es que nos divertía hacerlo y que, al mismo tiempo, de manera inconsciente aprendíamos a reconocer los entresijos de la creación de este medio que nos fascina y, en definitiva, crecíamos también como lectores. 

Kiko da Silva da estructura de curso a esta pulsión gráfica mediante un artefacto delicioso que, a la manera tal vez de Scott McCloud, se sirve del propio medio como herramienta para explicar, con muchas dosis de humor y con una muy loable ausencia de prejuicios puristas, las pautas de la elaboración de historietas. Aparentemente dirigido a un público infantil y juvenil (de 0 a 99 años), Fiz: Curso de cómic se constituye, además, como un excelente modelo de divulgación para que, al menos, unas gotas de teoría básica puedan llegar a ser degustadas en el aula como pórtico de entrada a lo que, quién sabe, acaso sea el principio de una larga historia de amor con el medio.

Compruébenlo a partir de la sugestiva reseña de Emili Samper:
Tebeosfera. Docere et delectare con la historieta.

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