Cuando se piensa en didáctica, a menudo pensamos en enfoques metodológicos que reflexionen sobre problemáticas vinculadas al aprendizaje de las materias tradicionales (lengua, literatura, matemáticas...) y, en cambio, dejamos de lado la vertiente emocional. Afortunadamente, da la sensación de que el ámbito docente ha comenzado a ser receptivo a la necesidad de atender también a la dimensión afectiva de la enseñanza con el propósito de promover un enfoque integrador.
El cómic, gracias al potencial derivado de su lenguaje simbólico, ofrece una vía óptima para tratar la emotividad y la identificación anímica para con nuestros semejantes, de lo cual son muestras fehacientes las creaciones de cariz semibiográfico de diversos historietistas como, por ejemplo, Chester Brown (I never liked you, 1994; Paying for it, 2011), Alison Bechdel (Fun Home: A Family Tragicomic, 2006; Are you my mother? A Comic Drama, 2014) o Phoebe Gloeckner (A Child's Life and Other Stories, 1998; The Diary of a Teenage Girl: An Account in Words and Pictures, 2002). A partir de estas obras, especialmente respecto a las de la última autora, en el artículo de hoy María Teresa Ferreiro Peleteiro medita sobre la idoneidad del cómic, dada su aptitud para desplegar el pensamiento visual ahora en boga, a la hora de fomentar la empatía en relación a la opresión social y física.
Empaticen, pues, con nuestra llamada de atención y no dejen de leer los detalles aquí:
Tebeosfera. ¿Qué es es empatía? ¿Y tú me lo preguntas? Empatía es... historieta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Puedes dejar un comentario, si lo deseas; no ofendas, si puedes. Gracias