lunes, 11 de noviembre de 2013

EN EL PAÍS DE JAUJA

El dichoso “boom” del cómic que se inició a finales de la década de los setenta trajo por un lado múltiples iniciativas en la edición de cómic “para adultos”, pero también un intento de diversificación en las publicaciones dirigidas a la infancia. Con una Bruguera ya tocada, por su nefasta adaptación a los nuevos mercados y un abuso sin conciencia del prodigioso fondo de la editorial, era el momento de que nuevos proyectos salieran a la luz. Uno de ellos fue el intento de Ediciones Druida de emular a las revistas de Bruguera con un estilo algo más moderno con la revista Jauja, recurriendo a temas de actualidad y a autores que podían insuflar un aire nuevo en las viñetas. Jan fue uno de los que probaron suerte en este invento, gracias a su amistad con el editor Miguel Pellicer, elaborando para la efímera revista ilustraciones e historietas de dos series maravillosas, Cab Halloloco y Los últimos de Villapiñas (ésta con guión de Enrique Oliván, Oli).

De estos trabajos, de la revista, del papel que jugó Pellicer en el proyecto, de su posterior rescate, nos escribe (y maravillosamente) Jordi Canyissà, periodista, historietista y excelente teórico de los tebeos, en un texto que ha redactado con primor para este número de Tebeosfera dedicado a Jan.



Tebeosfera. Prosperidad y abundancia de buenos textos.

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