HEROES. O EL EXPOLIO QUE PASA POR HOMENAJE
por Antonio Santos (de la serie La voz en el desierto/29)
«Exceptuando las puestas en escena y alguna que otra trampa narrativa exclusiva del medio en el que se desarrolla, Heroes no contiene un solo personaje, tópico, cliché o situación auténticamente original»
Lo han vendido como el acontecimiento televisivo del milenio; han asegurado que su interminable caudal de sorpresas helarían nuestra sangre en las venas; treparon a la cima asegurando que ofrecían algo nuevo, único, inédito; han pegado a la pantalla a un billón, o dos, o tres, de espectadores que lo suspendieron todo (menos su respiración) aguardando la siguiente descarga de maravilla catódica. Tebeos, camisetas, DVDs… todo un jugoso merchandising. En resumen: es HEROES y no has visto nada semejante jamás de los jamases…
Falso y fatuo efecto propagandístico.
Es muy posible que topemos con un lector que desconozca del todo qué es Heroes (lo cual lo convierte, a los ojos de sus millones de fanáticos seguidores, en un peligroso hereje NEGACIONISTA del CAMBIO CLIMÁTICO). Para esa mayoría, Heroes es como recibir al ESPÍRITU SANTO en la forma de teleserie en su sala de estar, ironía ésta a costa de la supuesta masiva respuesta que la serie ha tenido entre el vulgo populacho plebe que consume sus horas ante
De qué va.-
¿El lector ha leído X-MEN, LOS VENGADORES (nuevos, viejos, de esta o aquella costa…), DRAGON BALL y en especial, WATCHMEN? ¿Sí?
Pues ya está.
¿El fenómeno electrizante?.-
Exceptuando las puestas en escena y alguna que otra trampa narrativa exclusiva del medio en el que se desarrolla, Heroes no contiene un solo personaje, tópico, cliché o situación auténticamente original, o que nosotros, los veteranos lectores, no conozcamos desde siempre. Para nosotros no hay ni maravilla ni sorpresa, solo engaño hábilmente urdido.
Es indiscutible e incuestionable, y esa es la gran baza por la cual apuestan sus creadores, que casi todo el mundo es totalmente ajeno a estos conocimientos y para quienes la serie constituye, por tanto, un pavoroso impacto de novedad, drama y espectáculo. Esa baza, empero, se apoya sobre una base errática y endeble: esa gran-gran masa de telespectadores pueden ser de los “listos” que ya están “vacunados” contra la dañina “puerilidad” que contienen los tebeos, y cambiarán de inmediato de canal. Porque si no pierden su tiempo yendo al cine a ver a SUPERMAN, a BATMAN, a SPIDER-MAN, a los X-Men o a LOS 4 FANTÁSTICOS, ¿de veras esperan que pierdan cuarenta y dos minutos de sus valiosas vidas viendo supertipejos blandiendo en ristre sus superhabilidades de cartón piedra, racionadas en exhibiciones de veinte segundos o menos, mientras previamente les han hinchado de diálogos absurdos, bombardeados por una banda sonora que anticipa catastróficos sucesos que luego jamás se producen?
De este modo, Heroes se destina, inevitablemente, a la masa de lectores (y sobre todo, de freakies) que pisan un terreno ya familiar. Los más ven en Heroes la decente adaptación de X-Men en televisión; otros a
Concederemos a Heroes el loable deseo de ayudar al mundillo del cual procede y así disparar las ventas, un tanto de capa caída, nos dicen. Para eso, destila género por doquier. Pero la veleidosa velocidad como una obra televisiva se encumbra también la hace olvidable, y desde luego no ha tenido ningún efecto, perceptible o notable, en el aumento de las ventas o un renovado interés o reenganche de lectores. No hay nuevas legiones de chavales comprando tebeos a mansalva, fascinados y estupefactos. Solo los tipos de siempre y algún despistado.
Ni tampoco vemos a esas masas de fervorosos HEROCONVERSOS que saturan las convenciones de Heroes (!) cargando con tochos de tebeos, espoleada su curiosidad por el aguijonazo que constituye la serie de sus amores. No se sienten particularmente decididos a ampliar sus nociones por los veteranos (Super) héroes en que se basan los héroes de sus amores. No vemos a ninguno de esos heroconversos que estiran en actitud triunfal los brazos al cielo, imitando al nipón regordete y entusiasta de la serie, luego sentados en un rincón leyéndose la pavorosa confabulación de Watchmen (eso sí que fue un fenómeno electrizante) poniendo gradualmente los ojos como huevos duros al percatarse de cuan semejante es la trama pergeñada por el DIOS DEMONIO ALAN MOORE de la que intentan combatir sus queridos héroes catódicos de sus amores.
Porque Heroes vende la engañosa fábula de desarrollar un material genuino. Loeb puede haber tenido un golpe de suerte creativo y, sí, empleando los viejos y queridos esquemas, ideado una genialidad propia e inesperada. Fuller (a cuya competencia ya hemos aludido con un conspicuo ejemplo; en Heroes, ese talento brilla por su ausencia) está allí para pulir el producto encajándolo en los engastes televisivos.
Se han limitado a expoliar (palabreja de moda últimamente) ciertas obras (Watchmen hasta lo indecente) disfrazándolo lo suficiente para evitar demandas, adaptando los diálogos a las circunstancias exigidas. Y finalizan la temporada rotundamente con KINGDOM COME, del cual copian, con igual desparpajo, el sacrificio del CAPITÁN MARVEL, o SHAZAM, como intenso colofón A de la serie.
Luego saquean de EVIL DEAD 2 el final ideado por SAM RAIMI para las histéricas aventuras del hiperactivo y sufrido ASH, trasladando a nuestro japonés favorito a las entrañas del tumultuoso medioevo nipón…
Se habla de la revolución que está padeciendo el formato televisivo, presionado por la fuerte relevancia que Internet, DVD, PSP, etc., está teniendo en nuestra sociedad, regenerando los conceptos de ocio, información y difusión de nuestros terrores favoritos. Husmeando el cambio,
Una recordada serie, THE FLASH, con sus obvias limitaciones debidas a la época y al dudoso buen criterio inversor de los productores, pese a todo resulta más audaz y original, espectacular e innovadora que Heroes, que cuenta con unos recursos mucho más sofisticados y costosos, e incluso, una población de espectadores más receptiva a su oferta.
Hay que observar que algunos actores parecen cohibidos con sus papeles, mermando con eso la eficacia del personaje que interpreta, y restándole puntos a una trama en la cual se pide a gritos un segundo (o tercer) supervillano “de campo”, pues desde luego en Heroes abundan los héroes, pero escasean las amenazas para las cuales viven y evitan.
Defecto también a destacar en Heroes es su extensión, ¡veinticuatro episodios para narrar algo que podía hacerse en quince! Debido a su casi interminable prólogo, empleado para mostrarnos la extensa galería de personajes, no es hasta casi su mitad cuando la trama empieza a entibiarse. Hasta entonces, nos apaciguan con unos pocos “milagros” puntuales, algunas exhibiciones de breve duración y mucho-mucho suspense, tejiendo las hebras de un culebrón digno de la categoría de DALLAS, en el cual se nos insinúan relaciones incestuosas, malvadas brujas conspiradoras y familiares perdidos en la bruma de la distancia y el tiempo a troche y moche. Todo está interconectado al modo de una MASONERÍA supergenética. Ninguno de los miembros de esta fábula es, en el fondo, un desconocido para el resto. Poseen vasos comunicantes por doquier, ya sean sanguíneos, de amistad o negocios.
Parecen recrear el PANTEÓN GRECORROMANO, mas con acento de Tejas.
Intuimos que originalmente el proyecto era más breve y compendiaba únicamente hasta el momento en que
Loeb, quien debería aportar, merced a su bagaje, la diferencia que Heroes se supone hace, únicamente demuestra sus limitaciones; es capaz de desempeñar un eficiente trabajo rutinario, pero nunca brillante. En SMALLVILLE, donde ejerce funciones semejantes a las de Heroes, tampoco se ha lucido; quizás un poco porque el material tampoco se lo permite (y hasta donde ha podido meter la mano, lo ha hecho mal, intoxicando la serie de falsos tribalismos y pseudomitología indígena.) Pero Heroes es su juguete. Puede montarlo a su capricho. Pintarlo como guste. En vez de eso, ha reafirmado su condición de veleidoso niñato, lleno de ínfulas y escaso talento, miembro de aquella presuntuosa hornada de mediados de los 1990 que se iban a comer a las majors (MARVEL, DC COMICS) y a las que terminaron mendigándoles trabajo, tragándose todas sus bravatas con amargo sabor a hiel.
Que Heroes se destine al consumo de un vasto sector de público, haciéndola rentable por saturación de espectadores, no es óbice para que, dentro de sus márgenes, no se hayan esmerado creando un producto mucho más brillante.
Ese talento anida en ellos.
Además, el paisano puede deslizarse, de forma caótica, por el tiempo, pero promete controlar mejor su poder en sucesivas temporadas.
Para constatar la importante contribución del MANGA, Loeb trae a primer plano de la pantalla otros fetiches de la producción japonesa, como MAZINGER Z u otros personajes igualmente reconocibles de su vasta iconografía.
Suponemos que a aquellos que tienen su primer contacto con el estrambótico mundo de los Superhéroes, esta serie los puede tener ciertamente magnetizados, y quizás sean más proclives a verse una ESPIDERMANADA u hojear con pudor menos vergonzoso algún cómic. Pero aunque Heroes intente refrescar el género, y sea esta su primera y noble intención, la cual aplaudimos y apoyamos sin dudar, no creemos que hayan hecho mucho por la salud y el fortalecimiento del medio.
Loeb no se ha molestado en pedirles a sus colegas y rivales del medio (aunados en una causa común: su supervivencia) un poco de ayuda. Entre los guionistas de la teleserie no figura ningún autor de cómic, ni siquiera como sugiriendo alguna sinopsis. Aunque ¿para qué? ¿No hemos señalado que cuanto han hecho ha sido saquear tebeos enteros? ¿Por qué iba a contactar con autores y preguntar si se les ocurre algo que pueda ayudarles?
Quizás esta carencia cambie con la inminente segunda temporada, la cual se está promocionando como si fuese el ADVENIMIENTO de JESUCRISTO. Pero atentos a la jugada: esta segunda temporada debe ser mucho más sucinta y espectacular (esto, especialmente) que la primera. La pregunta es: ¿están a la altura? ¿O quedará Heroes finalmente reducida a una farfolla ampulosa y huera, agua de borrajas por ordenador…?
Recapitulando.-
Ser absolutamente críticos y devastadores con Heroes tampoco es justo. Su ameno contenido, que afortunadamente va ganando interés e intensidad conforme progresa, merece destacarse en términos positivos, y reconocer que se trata de una propuesta simpática y de mesurada audacia, en la que destacan pequeñas y recurrentes estrellas televisivas (y caducos mitos del celuloide devenidos en su fama) y, por supuesto, ya comentado, un inevitable de estos eventos: Stan Lee.
Quizás hayan deslumbrado al mundo entero con este mañoso producto, pero a los veteranos lectores nos ha dejado fríos con su trama y sus familiares personajes, despojados de sus vistosos uniformes y ataviados de “personas corrientes”, pero aún así cada cual con características propias y definidas.
Aunque de una sociedad en la que el correo del lector de MICROMANÍA publica una carta en la cual el remitente sostiene que EN BUSCA DEL ARCA PERDIDA es una copia de TOMB RAIDER (!), ¿qué se puede esperar?
Lo mejor.-
La serie es, cuando menos, digna.
Pudieron cometer tropelías aún mayores.
Lo peor.-
Parafraseando al intrépido FORD FAIRLANE: Alan Moore, PAT MILLS, ROY THOMAS, BILL MANTLO, etc., deben de estar revolviéndose en sus tumbas, si no fuera porque todavía siguen vivos.
Una inquietante observación.-
Nada vende un producto como su aparición en
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