Reproducimos la nota de prensa remitida por Glénat España sobre este tebeo y su autor por lo que significa para la recuperación de nuestros clásicos de la historieta:
ÁNGEL PUIGMIQUEL es uno de esos catalanes universales, que honran a su patria con su trabajo y su creatividad. Dibujante, escritor, periodista, fotógrafo de arte, realizador de dibujos animados, pintor y autor de espléndidos collages, ha ejercido siempre y sobre todo de catalán y ha dejado una obra realizada día a día, modelo de vocación y voluntad, inspiración y trabajo.
Ángel Puigmiquel i Lis nace en Barcelona en 1922. Estudió en la Escola del Bosc, del Ajuntament de Barcelona, y después en el Institut Escola creado por la Generalitat de Catalunya en los años 30. El inicio de la guerra civil le sorprendió en plena adolescencia, cuando se forman las vocaciones y se elige el trabajo de una vida. Dotado especialmente para el dibujo, Ángel Puigmiquel hizo amistad en los primeros años cuarenta con un núcleo de importantes dibujantes catalanes: Junceda, Opisso, Mestres, Roca, Castanys, etc.
Se inicia en el dibujo humorístico, colabora en la revista El Once que dirigía Castanys y muy pronto se convierte en uno de los autores fundamentales de las revistas Chicos, Mis Chicas y Gran Chicos, para las que crea durante toda la década de los años 40 numeras historietas, que muy pronto le sitúan entre los grandes del cómic internacional. Colabora también en las revistas Aventurero, Estrellita, Historietas y Cubilete.
Casado con Cristina Durbá, también antigua alumna de la Escola del Bosc, ambos se sienten asfixiados en la sociedad de la España de los primeros años 50, en pleno franquismo. Por lo que deciden emigrar, como tantos otros catalanes habían hecho al final de la guerra, buscando nuevos horizontes y mayor libertad. Viajan a Caracas, Venezuela, donde Ángel Puigmiquel trabajará como dibujante, periodista y muy pronto creador de películas de dibujos animados.
En Venezuela forma primero sociedad con otro catalán ilustre, Arturo Moreno, creador de la película de dibujos animados Garbancito de la Mancha. Para más tarde crear su propia empresa de animación, para la que contará con un equipo de excelentes dibujantes, entre ellos otro catalán ilustre, Alfons Figueras, hijo de Vilanova i la Geltrú. Su empresa realizará en apenas diez años, hasta 1963 cientos de cortometrajes de animación.
En paralelo, Ángel Puigmiquel es periodista del principal diario de Caracas, El Nacional y en las revistas Venezuela Deportiva y El Gallo Pelón. Se convierte en fotógrafo, desarrolla su vena de humorista crítico, y, en todo momento, vive y actúa como un resistente catalán por libre y en la sociedad civil.
Son años de mucho trabajo y de muchos viajes. Ángel Puigmiquel se desplaza mucho y viaja a Nueva York, París, Londres, La Habana. Es el tiempo en el que conoce y hace amistad con Alejo Carpentier, John Hubley, John Oxberry, Renny Ottolino, etc. y muy especialmente con Josep Bartolí, dibujante, ilustrador, cartelista y pintor catalán, exiliado en 1939 y convertido en artista internacional en los años cincuenta y siempre antifranquista activo.
Al llegar el año 1963 Ángel Puigmiquel y su esposa comprenden que no pueden vivir por más tiempo en el exilio voluntario que eligieron, añoran su patria, además tienen dos hijos, de 5 y 10 años y no quieren que se eduquen en América y pierdan sus raíces catalanas. Ello les decide a volver a Barcelona, donde de nuevo se instalan y donde Puigmiquel reemprende su labor como creador de cine de animación, por lo que crea los Estudios Cormorán, en la calle Palau Tordera del barrio de Gràcia, de Barcelona, que mantendrá en plena actividad hasta el año 1991 en que se retira.
Cuando Ángel Puigmiquel deja la vida laboral activa reemprende con mayor interés sus múltiples actividades como dibujante, fotógrafo y pintor, disciplinas artísticas que domina y en las que destaca entre los mejores. Durante toda una vida Puigmiquel hace profesión de catalán y actúa y vive, tanto en Cataluña como en otros países, de acuerdo con esta fe. Una vida callada, de mucho trabajo, de mucha dedicación, trabajando como tantos otros catalanes en la construcción cotidiana de un país nuevo sobre las ruinas que dejó la guerra civil.
Hoy, a los 84 años, Ángel Puigmiquel es un modelo de la sociedad civil catalana. A la que ha hecho una aportación múltiple y enriquecedora con su trabajo y con su actividad creativa y artística. Y es uno de los pocos artistas catalanes del cómic que es considerado como un igual en el panorama internacional, con una obra que destaca con brillo propio.
Ahora, Ediciones Glénat España, S.L. publica el libro de Ángel Puigmiquel El Ladrón de Pesadillas y Otras historias, se trata de una obra que se inscribe entre las mejores y más importantes del cómic internacional. Con ella se abre la nueva colección Glénat Patrimonio de La Historieta.
Informó: Antonio Martín
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