En tiempos del colonialismo por mar, hasta la rapiña quedaba protegida si interesaba a un Estado. Ser pirata era sinónimo de ser ladrón sobre el agua, pero si tu actividad favorecía a alguien podías convertirte en corsario, que hacía lo mismo pero con el permiso de otro poder, e incluso podías ascender en la escala social. En la saga El Corsario de Hierro, de Mora y Ambrós, se describía el proceso contrario a lo que hoy llamamos "puerta giratoria". Actualmente, ser un político bienhechor te puede abrir el camino para convertirte en un capitalista depredador, mientras que antiguamente, ser un pirata cruel podía llevarte a ser un lord, como Lord Bemburry.
El héroe de esta saga tiene parecidas planta, alegría y nobleza que El Capitán Trueno, pero ya no lucha contra caciques, tiranos o dictadores. Ahora el enemigo era otro, un malhechor ennoblecido.
Nos reseña esta serie de aventuras el estudioso Alfonso Merelo:
Tebeosfera. Con diez cañones por banda.
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