Con esta entrada queremos hacer un recuerdo del número 7 de Tebeosfera, 3ª época, un monográfico sobre traducción de cómic que han dirigido los traductores y profesores Sergio España y Paco Rodríguez.
Se han publicado ya varios trabajos (artículos en revistas, recogidas de actas, capítulos de libro) dedicados al caso concreto de la traducción del cómic, pero es la primera vez que se congrega a un grupo de expertos y profesionales para trabajar conjunta y específicamente sobre la traducción de tebeos. El caso del profesional de la traducción es especial y su labor debe analizarse con otras herramientas de la traductología puesto que plantea muchos problemas que no tienen lugar cuando se traduce un texto literario o un registro auditivo.
Tras un editorial muy clarificador, firmado por ambos coordinadores del número, Paco Rodríguez nos introdujo en la problemática de la especialidad de la traducción de cómics, trazando la derivada que surge de la traductología y que tiene como límites dos aspectos de especial importancia: la oralidad prefabricada que nos vemos obligados a usar en los globos de texto y la interrelación de códigos a la que está sujeto el mensaje final de un texto historietístico.
En un siguiente artículo, escrito también por un profesional de la traducción (que ha llevado algunos de nuestros cómics más internacionales al alemán), André Höchemer, se habla de la traducción subordinada con el fin de explicar una de las principales dificultades a las que se enfrenta el traductor de historietas: la limitación de espacio. Asimismo, explica de una forma somera en qué consiste un encargo de traducción de cómic y ciertos aspectos del método de trabajo tales como las plantillas que facilitan las editoriales.
El reputado profesional de la traducción Carlos
Mayor se ocupa de un tema ciertamente serio, la traducción de los mensajes
humorísticos. Algo que, en principio, puede parecer sencillo, en verdad resulta
altamente complejo en muchas ocasiones, tanto que implica sugerir al propio
autor del cómic modificar levemente su obra ya acabada con el fin de adaptarla
para otro lector. El objetivo es la gran máxima de la traducción: que el lector
final reciba lo mismo que recibía el de la versión original.
Otro caso interesante de analizar es el contrario, es decir, cuando la traducción implica una manipulación que tiene como fin que el objetivo lector no reciba la información que contenía la versión original. De esto se ocupa la investigadora Isabel Benjumea, deteniéndose en las traducciones de cómics estadounidenses en publicaciones italianas durante los años del yugo fascista.
Además de la subordinación a las limitaciones físicas del medio y de la manipulación de los originales cuando se quieren traducir insertos y retóricas varias, una estrategia que usan los traductores de cómic es la de compensación. De esto nos habla el investigador Miguel Sanz, en un artículo que trata sobre la traducción de lo metalingüístico, de las onomatopeyas y de las muletillas de carácter coloquial o humorístico, todo un reto porque se trata de elementos muy utilizados en los cómics de superhéroes, como en Batman.
Para enriquecer el concepto de traducción subordinada, el poeta y traductor Ángelo Néstore señala en su participación en este número que las particularidades del lenguaje del cómic requieren unas habilidades distintas, lo cual pone de relieve con la dificultad de traducir la carga subversiva que conlleva el uso de un léxico homosexual. A tal efecto, realiza un breve análisis comparativo de las traducciones italiana y castellana de la novela gráfica Fun Home.
Por su parte, Salomón Doncel, un joven intérprete y docente, nos revela qué ocurre con el intrincado lenguaje japonés, lleno de nombres propios de significados múltiples y evocadores. Doncel nos propone un acercamiento transversal e integrador a la atribución antroponímica y a su contribución en la caracterización de los personajes de los manga, usando para ello la popular obra Sailor Moon.
Hemos querido recabar también datos sobre los procesos y mecanismos de los traductores en periodos concretos de nuestra industria, recurriendo para ello a una de las firmas más conocidas por los lectores de Spiderman, Celia Filipetto, que nos relató las dificultades y anécdotas de los primeros años de traducción de comic books de Marvel en España. Para resultar completamente didácticos, también hemos querido clarificar cuál es la posición del traductor con respecto a los editores, es decir, qué derechos le asisten o debe exigir como profesional de la cadena de edición (o incluso de creación) de una obra; esto nos lo ha dejado claro el abogado muy buen conocedor de los tebeos Alfonso Aranda.
El número concluye con una entrevista que enlaza dos momentos de la historia de la traducción de cómics al español: el de los primeros traductores que aparecieron acreditados en los tebeos (los de historieta franco-belga) y el de los traductores actuales que enmiendan la plana a aquellos trabajando sobre sus mismas obras pero para un público de hoy. Saber que había una nueva traducción de Astérix al español era ocasión propicia para practicar esta entrevista a un editor que también es traductor (Leopoldo Kulesz), la cual condujo la lingüista Julia C. Gómez.
Por supuesto, hemos dejado un hueco a las reseñas. Hemos recurrido a la investigadora Marta Ichaso con el fin de dar a conocer uno de los manuales más manejados por los traductores de cómic, el de Zanettin Comics in Translation. Otras obras que reseñamos en este número fueron un manga singular, que trata sobre las termas romanas, el cual ha desentrañado con su habitual capacidad de análisis Francisco Javier López, y un clásico de la historieta europea, de Guido Crepax, que nos recordó nuestro colaborador José A. Gutiérrez.
Este ha sido un número de Tebeosfera lleno de revelaciones, que ha profundizado en algo que está siempre ahí pero en lo que no solemos reparar casi nunca: la importante labor del traductor de los cómics que llegan a nuestras manos.
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