Apunta el crítico Álvaro Pons, autor del artículo De la psicodelia feminista al paternalismo pop, "durante los años 60 y 70 se producen los primeros movimientos de análisis y estudio del cómic desde diferentes colectivos de intelectuales, que fomentan e impelen un cambio fundamental en la consideración de la historieta hacia una concepción adulta".
En este marco de revoluciones sucediendo y revoluciones por llegar, encontramos ejemplos interesantes como el analizado por Rubén Varillas en Sueños pop, rebeldía juvenil a propósito de Pravda (de Guy Peellaert y Pascal Thomas), que cita Pons en su artículo; siempre a colación de una "historieta que se articula en torno a una serie de personajes femeninos que rompen con los estereotipos de lo representado mujer".
El análisis de Pons comprende la producción de la época en Reino Unido, Francia e Italia, donde aparecen una serie de personajes protagonistas femeninos de gran fuerza, pero siempre desde la paradójica realidad de estar firmados por autores masculinos. En esa dualidad, se analizan las claves de esa evolución temática y formal y en paralelo a la presencia de mujeres en la autoría de los cómics de esas décadas.
En esa línea, Esther Claudio reseña 'Last girl standing', la autobiografía de la autora de cómics y herstorian Trina Robbins, "cuyo itinerario vital es un recorrido por los lugares comunes del underground estadounidense"; sin olvidar de que hablamos de una de las personas que, a lo largo de más de dos décadas, más ha trabajado en la construcción y divulgación de una genealogía autoral junto con un análisis crítico de la representación. Una pionera cuyo trabajo inspira a las nuevas generaciones de autoras e investigadoras.
Como el propio Pons escribe en Lápices invisibles del cómic británico, "es posible que, con la perspectiva histórica suficiente, el momento actual del cómic sea visto como un punto de inflexión fundamental en la consideración del papel de la mujer en el noveno arte, desde todas sus perspectivas, de las temáticas a las autorales".
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