El "Ché" es todo un mito. Hoy es más una imagen silueteada en
una camiseta que un guerrero que luchó en varias revoluciones populares.
Fue un hombre leído, un lobo solitario, un mercenario brutal, un
libertador también. Todo ello. Fue el último símbolo del idealismo
batallador. Tras su rumbo de balas y sangre el mundo cambió y hoy ya no
puede volver a ser el de antes, porque ya no habrá guerreros como él:
solo profesionales atormentados por la muerte, solo verdugos enfermados
con la sangre.
La historieta narró su vida pronto, con
su cadáver aún caliente, en 1968. Oesterheld estaba ideológicamente
cerca de la militancia de Ernesto Guevara, y los Breccia (fue una obra
dibujada a cuatro manos, por el padre y el hijo) dieron con el correcto
tono expresionista a la hora de llevar su vida a viñetas.
Abraham García nos recordaba la importancia de esta obra en el artículo que publicó en el número 3 de la revista Yellow Kid en 2002. Lo rescatamos aquí para todos los
interesados en el personaje y en la obra:
Tebeosfera. De revoluciones y hombres.
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