Una vez concluido nuestro paseo por Oriente, por esa cultura tan distante y tan diferente, cuyas series de historieta eróticas se distinguen claramente de las nuestras, volvemos al Viejo Continente.
El actual número de TEBEOSFERA está siendo muy largo, nunca uno duró tanto (llevamos siete meses de curso y hemos publicado casi sesenta artículos y cientos de fichas), pero siempre nos quedarán series por comentar, personajes por recordar, tebeos por reseñar.
Hoy vamos a acercanos a la vieja Europa para nombrar varias series eróticas importantes del Reino Unido, país europeo tradicionalmente productor de cultura y de controversia. Citaremos al menos dos:
Lady Chatterley
(creación de Emerson basada en una obra inmortal de la literatura en la que se profundizaba en la condición humana a través de las vivencias y sentimientos de una mujer que quería despojarse de viejos aranceles morales),
Tank Girl
(serie de un dibujante extraordinario y mediático que supo captar como nadie el espíritu belicoso de la nueva mujer del final del siglo XX, sabedora de que había cosechado posición social al tiempo que conservaba sus armas "de mujer")
Más relevantes que los anteriores fueron los creadores de Francia, cuna de muchas de las revoluciones sociales e ideológicas de la Edad Moderna. Lo fueron porque con sus obras no sólo reflejaron la nueva posición de la mujer, también sus angustias tras un proceso en el que los logros no habían aplacado tanta pérdida. Nos referimos a firmas de la talla de
Bretécher
Una mujer que siempre estuvo a la cabeza de la experimentación historietística gala, desde los setenta. Con sus historias herederas de los grandes satiristas de su país (más alguna inyección de otros, como Feiffer o Schulz), consiguió retratar a la perfección la situación de la mujer en la sociedad finisecular, consciente de su identidad pero no por ello menos frustrada.
Lauzier
Otro poeta de la desesperación, capaz de concebir una obra en la que la ironía iba volviéndose vitriolo a cada viñeta. Acaso uno de los mejores retratistas de la decadencia posmoderna y del nuevo sabor, amargo, del sexo en una sociedad igualitaria.
Reiser
Gran activista de la sátira, cofundador de Hara-Kiri, maestro en el arte de burlar el tabú, impenitente desacralizador. Sus libros Viva las mujeres o Las viejas putas son un ejercicio de brillantez que todavía se leen con las cejas enarcadas. Otro revolucionario que supo analizar lo femenino sin complejos.
Todos ellos fueron autores revolucionarios. Como revolucionaria es la efeméride que se celebra en nuestro país vecino el 14 de julio. Ya saben: la toma de la Bastilla en el clímax de la Revolución Francesa. Todos recuerdan el cuadro de Delacroix inspirado en aquel momento, la mayoría por la mujer que enseña sus tetas. O por las tetas mismas.
Obvio. Este número dedicado al erotismo nos está dando unas pistas del porqué de esa fijación...
Convendría recordar algo más que los emblemas de aquella revolución –demasiado sangrienta y brutal, en efecto– por el ruido de fondo y la furia que la precedió, por los síntomas: que un pueblo no puede ser sojuzgado tanto tiempo por tan pocos; que la masa obrera es la que sostiene a los oligarcas, y que éstos no deben apuntar sus cañones contra esa masa popular; que cuando unos líderes saben ser líderes, bajan del pedestal para sumar fuerzas con sus seguidores, practican la humildad y no se acomodan en sus sillones obtenidos sin esfuerzo; que los que gobiernan no insultan a sus gobernados ni los consideran por debajo de ellos...
Cabría celebrar el día 14 con los franceses, por eso de ir fraguando nuestra revolución. Una más pacífica pero igualmente eficaz, que volviese a equilibrar poderes y a repartir justicia social.
¿A qué esperamos?
Tebeosfera. Revolucionarios de la historieta.
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