miércoles, 21 de marzo de 2012

LA REVOLUCIÓN SIN ECO

Los sesenta fueron los años del despertar erótico en el cómic. Mucho más que en los cincuenta, pese a la presencia en la década del medio siglo de mujeres con busto desafiante en muchas historietas americanas y por más que proliferó el erotismo bondage de Willie o Stanton.
El despertar ocurrió en los sesenta, a remolque de modas y tendencias sociales, dentro de un contexto generalizado (en Occidente) de relajación de costumbres, de progresiva colonización de los derechos sociales, de florecimiento de posiciones antisistema y sentimientos ecologistas, y de lucha contra la discriminación por razón de raza, credo o sexo.
Francia fue a la cabeza de todos estos avances junto con EE UU, pero su aprecio por la historieta y la admisión de la misma como parte de su cultura posibilitó que las viñetas eróticas con fuerte protagonismo femenino se desarrollasen en el país europeo con fuerza. Desde 1962, Barbarella rompió moldes al mostrar a una heroína con apetitos, dueña de su destino, capaz de enseñar las tetas sin por ello perder su honra. Ante su éxito, otros profesionales del medio quisieron imitar la ocurrencia de Jean-Claude Forest, y llegaron Moliterni y Gigi con Scarlett Dream, luego Pierre Bartier y Guy Peellaert con Jodelle, cuyo dibujante luego repitió con Pravda (sobre guiones de Pascal Thomas), y hacia 1967 Jean Rollin y el ignoto Nicolas Devil narraron la Saga de Xam.
Hubo más, pero queremos recordar ahora estas series para destacar un aspecto importante: nunca fueron leídas en España. Se habló de ellas, se referenciaban como modelo, aparecían en los artículos y en algunos libros, pero nunca se tradujeron. Claro está que aquí gobernaba Franco, y a ver quién era el guapo que sacaba a una moza con los pechos cara al sol. Pero luego tampoco fueron recuperadas, ni en los setenta ni en los ochenta del boom, ni en los noventa, ni después.
Aquella revolución no interesó a editor alguno.
Acaso no fue tanta la revolución. Quizá no envejecieron bien estas historietas.

Hoy no publicamos contenidos en TEBEOSFERA, pero queríamos dejar constancia de este vacío, tan relevante como revelador.

Tebeosfera. La denuncia inútil.

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