Los años cincuenta fueron los de la aventura. A las gestas heroicas de espadachines ciento se sumaban las peripecias de esforzados policías o detectives, y las desventuras de atletas o marinos. Antes de que asomaran por las viñetas a finales de esta década los adalides del humor (Mortadelo) y de la nobleza (Trueno), los tebeos fueron transformándose desde los mensajes estandarizados aparentemente afines al régimen hasta los guiones desinhibidos y paródicos que coparían los intereses del público durante las década siguientes.
El Capitán España es un ejemplo de la historieta estereotipada de aquellos entonces, magníficamente realizada por los Gago (nunca lo suficientemente reverenciados, sobre todo Manuel), sede de la aventura desnuda, hogar de la trepidancia, reino del hombre de verdad, nido del peligro amarillo e, inevitablemente, despliegue de cierta amnesia sobre la realidad nacional [sobre esto ha escrito muy perspicazmente Ricardo Vigueras en Tras las turquesas cortinas].
De nuevo es Agustín Riera quien rememora aquella serie, a través de la gasa de la nostalgia, como gusta recordarla, y con todo lujo de detalles:
EL CAPITÁN ESPAÑA
Tebeosfera. Otros tiempos, otros mares, otras españas.
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