Reseñar una obra de Osamu Tezuka es rendir pleitesía.
Tezuka ha sido uno de los mayores renovadores e impulsores de la historieta. De toda la historieta, no sólo de la japonesa. Tezuka instauró un estilo, fundamentado en la tradición de su cultura pero con elementos tomados de lo más sobresaliente de otras culturas; luego generó nuevos modelos narrativos, luego posibilitó la creación de una industria boyante. Muchas veces se compara a Tezuka con Eisner o con Hergé, por citar a dos representantes de las industrias de los cómics estadounidenses y franceses. Pero Tezuka es algo más.
Tezuka es la historieta.
Ahora Dolmen nos hace llegar este libro de historietas cortas agrupadas bajo el título Bajo el aire y volvemos a postrarnos. ¡Qué grande es Tezuka!
La edición presenta algún defecto: la camisa floja, un guillotinado demasiado cercano a los recuadros de las viñetas, algunos bocadillos con textos reiterados (páginas 35 y 45), notas al pie microscópicas, un rotulado mecánico (pág. 252)... Es posible que algunos de estos defectos pudieran haberse solventado con un prologuillo, una mínima introducción, acaso anónima, pero útil.
Tanto da. Es Tezuka, y eclipsa toda crítica.
Tezuka es un autor que ha sabido trazar un puente mágico entre la modernidad y la tradición. Relata vivencias de urbanitas que se miran hondo y rebuscan en pos de sus orígenes, de su honor o de una salida a la angustia. Su obra es una selva de humanidad cuajada de edificios que se resquebrajan, cuyos cimientos se asientan sobre el folclor y que culminan con un mensaje moral.
Lo apasionante, a la vez que paradójico, de estas historietas cortas es que su autor nos da una doble lección. Primera, que desarrollar un argumento y resolverlo en tan pocas páginas sólo está al alcance de los genios; fíjese el lector como en una o dos viñetas queda establecido el estilo, el ritmo, el tono, el arranque de la trama y más de un detalle descriptivo de los personajes (asombra cómo profundiza lo justo en sus criaturas para transmitirnos sus miedos y amores). Segunda, que hace comulgar el detalle frío de las construcciones, de los escenarios, con unos personajes moldeados con el hilván de las marionetas y aún así son igual de convincentes, hasta el punto de que obtiene obras de gran madurez.
Así es, Tezuka captura al lector con diseños obvios, desiconizados, para luego construir historietas para adultos. Los relatos que aquí nos cuentan hablan de sumisión sexual, de incesto, de ironía cruel, de crímenes horribles, de bestias y horrores, de la ignominia humana y de su capacidad para la poesía, hasta el punto de que podría decirse que esto es gekiga. Al mismo tiempo sus personajes transmiten una insobornable ternura, todos ellos en pos de recuperar su honor.
Es Bajo el aire un tebeo con título poco atractivo pero de contenidos inmortales. Si alguna de las historietas se resiente por su antigüedad, eso queda compensado por la carga de belleza de cada relato y por el magisterio de su desarrollo. Dos cosas más llaman la atención de este tebeo: colaboran traduciéndolo un puñado de personas, todas mujeres, y traducen siempre "historieta", no "cómic" o "tebeo", lo cual es muy de agradecer.
Es bueno que existan libros como éste. Cuando alguien dude de las cualidades de la historieta como medio sólo hay que echar mano de un Tezuka y plantárselo ante las narices al detractor y decirle: "Mira: leyenda, fantasía, aventura, tragedia, humor; bien narrado, hermoso. Genial".
Bajo el aire, de Osamu Tezuka
Dolmen Editorial, S.L., Palma de Mallorca, 2008 (abril)
Libro de historietas en rústica, con camisa, con 328 páginas en blanco y negro (seis en color)
8,95 euros
Título original: Kuki No Soko (con historietas originalmente publicadas entre 1971 y 1972)
Reseña de Manuel Barrero
Tebeosfera recibió servicio de prensa de Dolmen Editorial
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