Mortadelo y Filemón “nacieron” oficialmente el 20 de enero de 1958, fecha de publicación del número 1394 de la revista Pulgarcito donde apareció publicada su primera aventura. De tal modo, y siendo uno de los pocos ejemplos supervivientes de la fructífera (y añorada, y olvidada...) “escuela Bruguera” (por cierto, acertada denominación de don Ramón Moix), es lógico que su actual editorial, Ediciones B, se haya volcado en la producción y promoción de varios títulos conmemorativos del cincuentenario. O algo así.
Además de los numerosos homenajes, entrevistas y reportajes al autor y de los personajes en TODOS los medios de comunicación (verbigracia, en El País – 1 2 3 4 5 6 -, El Mundo – 1 2 3 4 5 -, Público – 1 2 -, ABC – 1 2 3 4 – o La Vanguardia – 1 -), el estreno de la segunda parte de la versión fílmica (“Mortadelo y Filemón. Misión: Salvar la Tierra”) y la entrega en varios periódicos de los antiguos cortometrajes, en noviembre salieron al mercado los primeros productos dedicados específicamente al evento, con la publicación simultánea de “El Gran Libro de Mortadelo y Filemón” y el nº 118 de la colección Magos del Humor, con el título “¡...Y van 50 tacos!”.
Al igual que el también onomástico “El Gran Libro de El Capitán Trueno”, el tomo dedicado a Mortadelo y Filemón consiste en un repaso más visual e iconográfico que teórico a la carrera de los personajes en sus distintas etapas, desde sus inicios como detectives, su paso por la “agencia de información” (paradigma de la rima forzada brugueriana) y su final en la T. I. A. Los textos son responsabilidad de Antoni Guiral, en los últimos tiempos ubicuo teórico, pero cabe mencionar que el gran peso del volumen recae en Juan Carlos Ramis, diseñador y maquetador del mismo y responsable del aspecto visual que, como ya he comentado, predomina sobre lo escrito. Los datos expuestos en el libro son escasos y conocidos, y merece más la pena la inversión en los (magníficos) volúmenes publicados por El Jueves dedicados a Bruguera, escritos por el propio Guiral. La orientación festiva del libro hace que la mayoría de las páginas estén dedicadas a la recopilación de gagdets, disfraces de Mortadelo o apariciones de famosos, sin mayor profundidad que un texto dedicado a los aficionados de toda la vida y al lector casual (que, al menos durante una etapa de su vida, suele ser cualquier español) que sólamente pretende pasar un rato divertido rememorando lecturas de su niñez. El conjunto se prologa con un texto de Álex de la Iglesia y se acompaña de un DVD con una visita de Ibáñez al set de rodaje de la segunda película.
“¡...Y van 50 tacos!” es la enésima aventura de los personajes que, aunque dedicada a una celebración especial como es el cincuenta aniversario de los mismos, no deja de cumplir el consabido esquema aplicado por Ibáñez en sus últimos trabajos. Los agentes acuden a la T. I. A. para ser informados por su superintendente de que tienen que pasar un examen, ya que el resto de “grandes justicieros” (Vicente dixit) están viejunos y Mortadelo y Filemón tienen que demostrar que no lo están. Evidentemente, con la ayuda inestimable de los inventos del profesor Bacterio y la aparición siempre inoportuna de la señorita Ofelia. Lo mismo de siempre, con un lenguaje y un humor algo más soez, y que podríamos valorar como una metáfora sobre la decadencia de los personajes, decrépitos en estas páginas y con poco futuro en sus carreras. Ibáñez llega a cansar, no permitiendo la innovación en su dibujo, que cumple el estándar acostumbrado repitiendo una fórmula correcta, agradable, exitosa pero aburrida por repetida.
Más productos han aparecido a principios de este 2008: también a remolque del Capitán Trueno en cuanto a formato se refiere, se publica en marzo el tomo con el título “Mortadelo y Filemón. Agencia de infomación”, que recopila las páginas centrales de la revista Pulgarcito que albergaron durante un tiempo las aventuras de los personajes de Ibáñez. A gran tamaño, apaisado, con cubierta en cartoné y lomo de tela, el libro recoge las historietas publicadas entre el 23 de noviembre de 1964 y el 13 de febrero de 1967 reproducidas fielmente tal y como las contempló el lector de aquella época (aunque a un tamaño algo menor): bitono y viñetas “corridas” (cada dos páginas centrales se comportan como una sola, sin que se dividan en dos). El concepto en estas fechas es completamente diferente del que se popularizaría a partir de los años 70, con historias autoconclusivas, actividades fuera de cualquier organización y con un estilo de dibujo menos perfeccionista pero más fresco, con más influencia de Vázquez que de Franquin. Un objeto puramente de coleccionista, deseado por los acérrimos aficionados del personaje pero fuera de todo interés para el que, hoy en día, es su comprador habitual, y al que le podemos encontrar tanto aspectos positivos como negativos. Entre los primeros, el gran acierto que ha supuesto la recuperación de un material que solo pudo leerse en las revistas originales, en unas condiciones muy buenas aunque no óptimas. Y he aquí la parte negativa: la impresión se ha realizado a partir de los escaneos de las páginas de las revistas, manteniendo el “encanto” original con el color movido fuera de las figuras, la rotulación de la época y una pérdida de nitidez de la línea probablemente en relación con el proceso de blanqueo de la página por aumento del contraste.
Y otro álbum de la serie Magos del Humor, el 121, que con el título “¡Venganza cincuentona!” representa otro homenaje a Mortadelo y Filemón porque en esta ocasión los enemigos que han tenido a lo largo de todos estos años se van a unir para hacerles frente. Llama la atención que los mismos personajes, en un ejercicio de “metahistorieta”, reconozcan que llevan 50 años trabajando, desafiando toda lógica narrativa (aquella que frena el paso del tiempo en los mundos de ficción; por cierto, el mismo que sufrían en la anterior obra); y las notas en las viñetas que hacen referencia a los diferentes álbumes donde originalmente habían aparecido estos villanos. Aquí la nostalgia me puede, y es toda una delicia recuperar a estos personajes emblemáticos de nuestra infancia (solamente por la portada, que reproduce a varios de estos energúmenos vengándose de Mortadelo y Filemón, merece la pena).
En vista de lo publicado y de la situación actual del medio en España, se me ocurren varias cuestiones:
- Todo aficionado “clásico” de los personajes de Ibáñez se queja de la falta de originalidad de las historias, de la repetición de esquemas, de la ausencia de chispa y gracia... Incluso yo me he referido a eso en los comentarios a los últimos álbumes. Pero recordemos que esta visión que predomina en el ámbito teórico (o al menos, de los que se prestan a dar su opinión) es la de aquellos que llevamos leyendo estos tebeos varios años, con innumerables aventuras. ¿Piensa lo mismo el lector ocasional, o el lector que por primera vez se encuentra con estos personajes? ¿Disfruta lo mismo el niño que lee “Eurobasket 2007” que el yo de nuestra infancia que leía “Olimpiadas 78”? Recordemos que a pesar de todos los comentarios negativos que podamos emitir, Ibáñez sigue siendo un superventas. Prácticamente es el único profesional en activo (junto con Jan) de lo que en su día fue la industria editorial de historieta más importante en nuestro país, y eso tiene que significar algo.
- Desde hace algunos años, la empresa que ostenta los derechos de reproducción (y supongo que los materiales originales) de la extinta Editorial Bruguera viene realizando reediciones de material clásico. Ediciones B (perteneciente al grupo Z) ha recuperado material de TBO, personajes como El Sheriff King, El Corsario de Hierro, El Jabato, El Capitán Trueno (incluso otros menores como Rigoberto Picaporte), y en los últimos meses ha vuelto a poner en circulación algunos títulos de la colección Historias Selección y Joyas Literarias Juveniles. Aunque el propósito es loable, el resultado es deficiente. Las reediciones se suelen hacer sin ningún criterio y con materiales de ínfima calidad, la mayoría de las ocasiones escaneando las páginas ya impresas sin modificar siquiera el tipo de letra original de los globos con resultados desagradables a la vista. Es necesario (imprescindible) recuperar el material clásico de la historieta española, desconocido para el lector actual, pero hay que hacerlo en buenas condiciones.
- A raíz del aniversario, Ibáñez ha concedido múltiples entrevistas y aparecido en varios actos públicos. En el peor de los casos, preguntas insustanciales. En el mejor, respuestas predecibles. ¿Conseguiremos algún día una entrevista de Ibáñez en la que no sea él mismo un personaje? ¿Podrá contestar a las preguntas sin decir que trabaja veintisiete horas al día, o que no tiene nunca vacaciones, o que es un esclavo de sus personajes pero los quiere mucho? ¿Hablará algún día sin tapujos y con honestidad de todos aquellos profesionales que en algún momento han colaborado con él, esos famosos “negros”? ¿De sus relaciones con la empresa con la que trabajó la mayor parte de su vida, con otros dibujantes...? En definitiva ¿para cuándo LA ENTREVISTA con Ibáñez?
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