jueves, 27 de septiembre de 2007

THE FLASH (etapa JOHNS-DOSE)


Cuando el relámpago nos alcance

Reseña por Antonio Santos

No vamos a hurtarle al lector una información tan elemental como que WALLY WEST es el tercer Flash de la historia (IMPULSO aparte, ¿vale?) y que obtuvo su poder del mismo modo que su mentor, BARRY ALLEN, heroicamente caído durante el saneamiento de sandeces que fueron las CRISIS EN TIERRAS INFINITAS: un rayo cayó sobre una extensa gama de productos químicos que al bañarle alteraron su morfología.

Pero al contrario de otros superhéroes que defienden celosamente su identidad civil, West la hace pública, quizás arrogado por el convencimiento de que su poder siempre le garantizará la victoria (imaginamos que cuando puedes superar la velocidad de la luz tu engreimiento gana puntos). No obstante, esto tiene el pernicioso efecto colateral de colocar a tus allegados en el disparadero, convirtiéndolas en la víctima ideal del villano de turno, cosa que aprovechó Johns para provocar el aborto de los mellizos West, y motivo por el cual Wally deseó tan ardientemente cesar de brillar como el Rayo Viviente.

Datos técnicos.-

The Flash: Ignición (6 números). Material DC COMICS del año 2003. Al guión: GEOFF JOHNS; lápiz y tinta a cargo de ALBERTO DOSE. Fríamente compucoloreado por JAMES SINCLAIR. Editado mensualmente por PLANETA-DEAGOSTINI en grapa y 24 páginas unidad. Traducido por GONZALO QUESADA. Rotulado por ALBERT AGUT. Maqueta 9 LETRAS. Nota final de GERMÁN MUÑOZ JIMÉNEZ (en el número 1). Coste: 1,95 euros. Tamaño 25,7 X 16,8 centímetros. Superhéroe invitado: BATMAN.

Ignición.-

Víctima de su propio deseo (efectuado al final de la asombrosa saga GUERRA RELÁMPAGO), WALLY WEST, alter ego humano de Flash, sufre una severa amnesia que le hace olvidar completamente que es EL HOMBRE VIVO MÁS RÁPIDO DEL MUNDO. Empero, imbuido de la habilidad/maldición que significar ser el RELÁMPAGO HUMANO, este poder va filtrándose en su memoria y músculos conforme pasan los acontecimientos. En KEYSTONE CITY, su feudo, añoran a su héroe y el interrogante sobre su paradero les domina. El inefable MR. ELEMENTO (dueño de una asombrosa pistola capaz de trastocar las moléculas de todo lo orgánico e inorgánico) aprovecha la “deserción” de Flash para asesinar policías imitando el modus operandi del CAPITÁN FRÍO, a quien inculpan. El duelo final entre Flash y Mr. Elemento concluye cuando el Capitán Frío ejecuta al segundo. Para entonces, West recuperó completamente la memoria. Esto afectará a su orbe familiar, problemas que Johns está aprovechando para urdir la trama de la siguiente saga.

Heredero del rayo.-

El fracaso de este deseo y sus connotaciones es lo que explora esta etapa que, a su vez, pretende mostrarnos la cara más rutinaria y vulgar de la vida de West si no hubiese sido Flash. Tras habernos tenido en vilo con Guerra Relámpago y el espectacular duelo entre Flash y el FLASH REVERSO, el PROFESOR ZOOM, el escritor rebaja notablemente sus pretensiones y se afloja. Usualmente, entre grandes sagas suele introducirse algún que otro episodio insustancial, de colchón, como un especie de respiro o anuncios de la TV que aprovechamos para ir al baño. Johns se ha tomado 6 números de reposo. (Pero tampoco extrememos el detalle: algunos se toman una colección entera de pausa.) Ignición no es una obra brillante, comparada con la que le precedió o con la que le sigue, y se aprecia en su factura momentos de claro hastío, salvados con detalles puntuales ubicados estratégicamente para mantener cierto interés y obligar mes tras mes a comprar la serie. Esta es la tiranía de las colecciones.

Algunos de esos detalles son el paulatino regreso de la memoria de West, la profundización en la sugerente personalidad de LENARD SNART (o Capitán Frío a ratos), que Flash recupere el anillo donde Barry Allen guardaba su uniforme gualda y oro, cancelando la fase de “tejerlo” sobre su cuerpo gracias al dominio de West de la FUERZA DE LA VELOCIDAD, importante aportación de MARK WAID a la serie (hace mucho) y que revitalizó las aventuras del VELOCISTA ESCARLATA, más algunos otros dispersos.

Johns introduce otros personajes (con vistas a la explotación típica del merchandising: estampas y muñequitos, forraje para los freakies), colando la sospecha de que el letal y ofuscado Zoom volverá, quizás más mortal aún.

El villano elegido para sustanciar esta saga (detesto el término “arco”: ¿qué tiene de malo “saga”? ¡Hasta suena épico!) y mantener la eterna rivalidad, Mr. Elemento (¡vaya elemento!), parece más un apaño circunstancial que un peligro; es un borde momentáneamente ensalzado y ejecutado de modo tan sumario como burdo, un torpe cebo para conseguirle a Flash un TOTAL RECALL...

Y en gran medida, colabora en la sensación de apatía que desprende esta saga el trabajo del dibujante, Alberto Dose, paisano de las pampas. Su clara emulación del estilo MIGNOLA no alcanza su pureza (porque imaginamos que la estima de Dose en algo le obligaría a improntar su propia huella) y llega a tener momentos de pintura NAIFF, por no achacarle una inmadurez profesional.

En algunas viñetas su pincel no sombrea: mancha, creando un resultado áspero, sucio, de borrón que nadie se ocupó en eliminar. Tampoco sus figuras “de acción” transmiten vida: aparecen estáticas, sin energía ni dinamismo, al contrario de lo que sucede, sin ir más lejos, con su sucesor, o como mínimo se exige que posea un tebeo como es The Flash

Sinclair abusa de los fríos tonos azules contrastados con los ocres y amarillos, esparciendo por todas estas planchas una sensación de oscuridad y desinterés. Y, pese a todo, su paleta acaso sea lo mejor de esta saga, siempre dominada por las limitaciones gráficas de Dose y la misma noción de Johns de que “no importa lo mal que lo haga; voy a cobrar y el rebaño lo va a comprar igual”.

Podría aducirse que “convenía” hacer esta entrega de aspecto tan desganado para realzar tanto la previa como la siguiente saga, que se trata de una calculada argucia sajona editorial. Pero no: está hecho así a posta. Y pudo ser una apuesta fatal, porque nada en la trama o el dibujo inspiraban a proseguir comprando la colección, una vez superada esta fase, resultándole difícil traer de vuelta al redil al lector ocasional que hubiese encontrado alicientes para incluirla entre sus lecturas.

El mundo a la velocidad de la luz.-

Introducidos en el FLASHVERSO (si BUFFY tiene uno, ¡Flash con más mérito!), lo primero que llama la atención son los nombres civiles y alias criminales de sus antagonistas, así como sus estrambóticos uniformes. Hay ejemplos muy escandalosos, pero vamos a centrarnos en el Capitán Frío, por recurrente. Un primer vistazo al tipo nos sugiere que es una especie de MADELMAN polar con las gafas del HOMBRE TOPO y armado con una extravagante pistola lanzafrigideces. Hasta el nombre del fulano promueve a la guasa: Capitán Frío. En plan CORONEL PESCANOVA o SARGENTO FRUDESA. Suena a marca de congelados de supermercado económico. Sin embargo, bajo esta corteza barata y casi irrisoria late el frío y sádico corazón de Lenard Snart, cuya firma consiste en helar a sus víctimas de cuello para arriba y decapitarlas de un golpe. Snart no se anda con tonterías (al menos cuando lo escribe Johns) y descubres que el resto del elenco, pese a sus nombres estrafalarios y sus grotescos trajes (muy diferentes a esos ARMANI que parecen vestir los de la MARVEL), es igual de despótico y sádico. No tienen reparos en matar, causar masacres o llevar al extremo a su rival, al contrario que los supervillanos Marvel, únicamente interesados en pronunciar correctamente sus profusas diatribas, dando tiempo más que sobrado a todos para ponerse a salvo o planear la estratagema que los derrote. Podemos inferir que la principal diferencia entre un supervillano Marvel y uno DC estriba en que éstos últimos no se refocilan con la autocomplacencia de oír su voz, sino con el catastrófico resultado de sus hechos.

Y por cierto, ¿por qué hay tantos supervillanos dueños de poder frigorífico en la DC?

Recapitulando.-

Ignición exige lealtad y constancia al lector, felizmente recompensada con el número 7, ya a cargo de un inspirado HOWARD PORTER (aunque su Flash recuerde mucho al dibujado por compatriotas nuestros, cosa que es motivo de orgullo: ¡su trabajo es ejemplo a seguir!) y un Johns de nuevo comunicado con la asombrosa Fuerza de la Velocidad. Agradezcamos la labor efectuada por Dose (todo trabajo es respetable) y deseémosle más y mejores encargos futuros, pero dejemos atrás su oscura y apática etapa pasando velozmente página. ¡Brillantes y dinámicas aventuras nos aguarda un poco más adelante!

La página.-

Las 6 y 7 del número 5.

La viñeta.-

Dose no nos ha dejado ninguna para deleitarnos.

La frase.-

Ídem de Johns.

Lo mejor.-

Que supone el afianzamiento de Flash en las estanterías.

Lo peor.-

Su marcada desidia.


Reseña de Antonio Santos, de su serie La voz en el desierto, entrega 27

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