jueves, 13 de julio de 2006

Superman contra Luthor

LEX LUTHOR: HOMBRE DE ACERO, por AZZARELLO y BERMEJO

Miedo y envidia en Metrópolis

Reseña por Antonio Santos

El inminente estreno de SUPERMAN RETURNS nos excusa para fijar un nuevo hito estadístico en la semblanza de un personaje de tan luenga trayectoria, aunque la novedad resida en el enfoque, efectuado sobre su más viejo, contumaz y letal enemigo.

El papel tradicional de Lex Luthor, el diabólico alopécico histriónico obeso pero siempre a la línea, ha sido la de confabulador enemigo de SUPERMAN. ¿El motivo? El dominio del mundo, la codicia, alguna vileza. En resumen, el papel que SHUSTER y SIEGEL le endosaron.

Pero ¿y si la causa de esa revulsión al HOMBRE DE ACERO, paisano del extinto KRYPTON, fuese más elemental y a su vez más compleja? Esto es lo que el hombre de las 100 balas pretende explorar, y con afortunado éxito, podemos decir.

Datos técnicos.-

Lex Luthor: Hombre De Acero. Recopilatorio formato novela gráfica que agrupa 5 números de la DC COMICS editados en España por PLANETA DE AGOSTINI. Escrito por BRIAN AZZARELLO y dibujado con singular talento por LEE BERMEJO. Sobriamente entintado por MICK GRAY, KARL STORY y JASON MARTIN. Color de DAVE STEWART. Traducido a nuestro universal idioma por GONZALO QUESADA. Rotulado por CARLOS G. DE MINGO. Formato 25'6 x 16'6 centímetros. Tomo de 132 páginas. Coste: 9'95 euros, dinero muy bien invertido.

Magnate intimidado.-

Lex Luthor, en la cúspide de su poder, decide que Superman atenta contra un cúmulo de virtudes sociales y humanas, y empeña toda su vasta hacienda e inteligencia en eliminar la que considera nefasta influencia del inmigrante de Krypton en la población, justificado en todo momento por canalla que sea proceder.

Su obsesión lo conduce a establecer extrañas alianzas y a crear una criatura rebosante de facultades con la cual trata de minar la reputación de Superman a cualquier coste.

Movimiento erróneo dentro de lo que será (y se ha convertido) su interminable partida de ajedrez, que Luthor entiende que terminará con un jaque mate mortal. La rendición no le basta. Ha de ser la muerte, la suya o la de KAL-EL, el único fin válido.

Luthor por Azzarello.-

Historia eminentemente humana (más de bajezas, miedos, miserias, obsesiones, pasiones y frustraciones que de superación y virtudes) en la cual los superhombres carecen de derecho a diálogo. No entraremos a valorar aquí la posible influencia de TARANTINO en su desarrollo, porque, sin duda, abundarán los comentarios al respecto y no deseamos saturar la escena.

La obra que sometemos a reseña ofrece la sensación de hallarnos en un momento casi embrionario del conflicto entre Luthor y Superman, sentando las bases de lo que luego constituirá su particular conflicto.

La conmoción sacude al mundo y, especialmente, a METRÓPOLIS, urbe superpoblada y oscurecida por altas torres, paisaje que usualmente apreciamos desde el DAILY PLANET o la imponente torre decorada con elementos aztecas de LEXCORP, y más brevemente, desde la óptica de Superman. Comportándose como un AL CAPONE o cualquier SEÑOR DE LA DROGA moderno, a un tiempo altruista y generoso y también implacable y despiadado, observa desde lo alto de su torre cómo su poder, en aparente desintegración, está amenazado debido a la intrusión de este forastero.

Azzarello nos traza una analogía o parábola respecto a la INMIGRACIÓN, aspecto por el cual se está publicitando el inminente estreno del Superman de BRYAN SINGER. O así pudiéramos entenderla y no sería un aspecto muy errático. Luthor, un blanco triunfante bendecido con todas las virtudes del W.A.S.P. (y la peculiar noción religiosa protestante de que el triunfo es un aval de Dios y garantía de la salvación del alma, concepto copiado por el OPUS), de pronto resulta amenazado y desplazado de su reino inmutable de costumbres ancestrales por la llegada de un extranjero, pobre e incómodo, con otra religión y las costumbres de su lejana patria. En todo momento contempla a este inmigrante desde la cumbre de su torre (símbolo del orgullo), afanándose por mantener un estatus clasista entre ambos. Pero las facultades (arrogancia) de Superman lo llevan a mirarle directamente a los ojos, afrenta intolerable para Luthor.

Inevitablemente colisionarán, pues uno defiende su territorio y el otro su derecho a vivir dignamente.

Debido al clima político que nos barre, estéril y presuntuoso, cuya vesania está interfiriendo en todos los aspectos de nuestra vida, la deducción inmigrante sería la más aplaudida. Pero ¿y si hay algo más, políticamente incorrecto, vulgar, primario, inadmisible?

Conforme al currículum de Azzarello (cuyo 100 BALAS semeja un potable trasunto de SIN CITY y su CAGE una adaptación pandillera de la popular obra de KUROSAWA) es lo que debemos esperar: feos sentimientos, malas intenciones, bajos fondos. (Esto no quiere decir que Azzarello no pueda asombrarnos con una obra radicalmente opuesta a estos elementos; capacidad y talento derrocha para hacerlo.) ¿Qué motiva realmente a Luthor a erigirse Némesis humana de un dechado de virtudes como Kal-El? Ser más malo que la quina, es la respuesta, porque, por mucho que ROUSSEAU escribiera, el mal es también condición elemental del ser humano. Nada de “buen salvaje”, es un carnicero de pelotas. A lo largo de su tortuosa carrera, Luthor ha esgrimido un puñado (más o menos miserable) de recursos y excusas para comportarse como lo hace. Y, esencialmente, un proceso antagónico comercial.

Para Azzarello, no es megalomanía o codicia. Plantea:

¿Qué siente un hombre todopoderoso, cuya palabra es ley, en la cúspide absoluta e indiscutible de su triunfo, enfrentado a una fuerza ingobernable y que supera su poder, que le hace recordar su propia fragilidad y mortalidad? Con miedo, con histeria, con furia, corroído por la envidia, el miedo visceral y la inseguridad que lo aturde y acompleja. Se siente intimidado, agredido, y responde naturalmente con violencia.

La envidia le presta la energía necesaria: cuanto tiene lo obtuvo tras una lucha incesante en la cual fue perdiendo trozos (de bondad, de dignidad, de humanidad) pero, considera, el sacrificio mereció la pena. Y de pronto, allende el espacio, llega Superman, icono de cuantas virtudes Luthor anhela pues ha perdido. Se gana fácilmente la aprobación popular, otra ardua tarea que a Luthor le ha costado años y sacrificios.

En toda esta lúgubre historia, Luthor nos muestra los extremos de su conducta obsesiva constantemente espoleada por sus bajas pasiones. Acepta indiscutiblemente que Superman es físicamente invulnerable, así que, como todos los miserables disminuidos, decide hundir su reputación. En ningún momento conspira para lograr su muerte (pese al singular 'regalo' con el cual seduce a BRUCE WAYNE), sino arrastrarle por la ignominia. Lo otro llegará después.

A tal fin, sintetiza su propio dechado de virtudes femenino (HOPE), a la cual entrega su ofuscada fe y amor, pero a la que sacrifica sin vacilar apenas intuye la posibilidad de denigrar a Superman.

Manipula al mundo (cosa en lo que es maestro) para que encaje en su plan maestro, situando sus piezas (personas a las que hace graves promesas que incumple sistemáticamente y sin dolor) del modo más conveniente.

La afición por el género negro del autor destella en momento concretos: la forma como coacciona al enlace sindical, la figura de WINSLOW SCHOTT, alias JUGUETERO, un fondón repulsivo digno del CSI, sucio y atribulado demente, el doble juego de altas esferas que se trae con Bruce Wayne, su trato con MONA, su secretaria/asistente, a la que le niega la dimisión (cuya sublectura podría ser: Nadie abandona a Lex.)

Y sobre todo en la forma miserable, retorcida y dolorida como, escudándose en el discurso huero de la esperanza, Luthor se presenta como nuestro defensor, convulsa máscara de su miedo y envidia.

Bermejo lo ilustra.-

En ningún modo se trata de un trabajo que pase desapercibido o deje indiferente. El dibujante apela a sus autores y sus recursos favoritos (hemos detectados trazas de EDUARDO RISSO, GEOFF DARROW y GLEN FABRY) para trazar este duelo entre la virtud y la vileza. Tiene momentos francamente buenos y espectaculares, donde la sombra del 11-S impera. Empleando un estilo gráfico realista, su afición por Fabry se manifiesta en la tensión a la que somete esos músculos agarrotados propios del dibujante inglés, pero ante todo, sus figuras intentan despedir naturalidad.

Rehúye del potente y optimista colorido de ALEX ROSS para mostrarnos un Superman de ojos rojos y taladrantes que, aún inmerso en la oscuridad y la bajeza que emana de Luthor, trata de mostrarse luminoso y digno, aunque en la madeja de sombras de su cara bien cabe también la advertencia del comportamiento expeditivo, el rencor y la desconfianza.

El singular (y un tanto desconcertante) duelo entre BATMAN y Superman está ejecutado con gran habilidad, y de nuevo se esfuerza en demostrar que su Superman no es el ingenuo boy scout de siempre. Otro de sus grandes aciertos reside en el diseño de los uniformes, no del todo prendas ajustadas tipo segunda piel (que le permite demostrarnos sus conocimientos de miología), más parecidas a prendas bastas en las cuales destacan las costuras. Hasta las botas de Superman semejan parecerse más a las de los JUECES de MEGA CITY ONE.

Su Batman es siniestro y gótico, su uniforme lo funde con las polucionadas fachadas de GOTHAM CITY totalmente, aunque no logre zafarle de la visión de Superman.

Luthor parece caracterizado (a viñetas) como el actor que le da vida en la pantalla: KEVIN SPACEY, aunque también sospechamos que para la ejecución de muchas de estas planchas se requirió el uso de la mesa de calcar.

Pero lo que realmente destaca de este interesante tebeo es el color de Steward. Gamas de tonos oscuros, pesimistas, mezclados con pinceladas ocres y amarillas, o fríos azules de los recuerdos o los planes más siniestros. Una fría textura metálica cubre el uniforme de Hope (un anticipo de su naturaleza revelada) y el gris piedra enmascara a Batman, como el azul oscuro, carente de optimismo, del traje de Superman, el cual, gracias a su paleta, parece áspero, creíble e incómodo.

Recapitulando.-

No es este Lex Luthor, Hombre de Acero (aspiración a la que su odio implacable pretende trasuntarle) una lectura menor, causando toda clase de resonancias en el recuerdo. Altamente recomendable, constituye una estimable pieza de demolición del aspecto payasesco que suele rodear a Superman, o como mínimo, configura una línea paralela del Universo del paisano kryptoniano (¿vale decir kryptonio?) donde sus vulgaridades y estridencias no tienen lugar. Es el Superman que se da a respetar. Toda su mala prensa, emitida por malintencionados intereses políticos o cosméticos, cede ante obras como ésta, a la cual podemos ponerle un pero: en ocasiones, Azzarello se muestra excesivamente parco en el texto, y su distribución lo lleva a ser confuso. Intenta ser lectura intuitiva, induce la complicidad del lector a que llene los huecos, aunque un poco de la prosopopeya de STAN LEE se hubiese agradecido en ciertas páginas, aún en el lacónico estilo de Azarrello, para que nos permitiese apreciar en toda su magnitud las convulsiones del miedo en la mente de Luthor.

La página.-

Superman sobrevolando Metrópolis en llamas.

La viñeta.-

La salvaje expresión de Superman a punto de arrearle un piñote a Batman.

La frase.-

-Te equivocas. Puedo ver tu alma. (Su respuesta a Luthor. Por cierto, su única frase.)

Lo mejor.-

Aunque todo, particularmente el color.

Lo peor.-

La confusa brevedad de algunos textos.

Reseña de J. Antonio B. Santos, de su serie La voz en el desierto / entrega 25

Imágenes: Cubierta de la edición española; cubiertas, sin logos, de la edición original; cartel de la película de Brian Singer; imagen de K. Spacey de esta misma película.

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