sábado, 10 de junio de 2006

Silver Surfer, de Kirby

SILVER SURFER. La última tentación de NORRIN RAD

Reseña por Antonio Santos


Con afán de recuperar viejos hitos publicados, que pudieran interesar a un espectro de nuevos lectores ávidos del fundamento histórico en que se basan las colecciones que actualmente leen, reseñamos esta obra pero obviando el material recogido en CLÁSICOS MARVEL: B/N, mucho más centrados en el UNIVERSO MARVEL. Poco crítico puede ser uno al reseñar esta historia, editada por estos lares en 1998, con color básico, cargada de interés, tensión y drama y que, posiblemente, constituyó el cenit de sus autores.


Datos técnicos.-

Silver Surfer; novela gráfica de 104 páginas, formato 19x27 cms, editado por PLANETA DeAGOTINI y publicada originalmente en 1978 por SIMON & SHUSTER. Guioniza, con exuberante lírica: STAN LEE, ilustrado con barroquismo por JACK KIRBY. Sólidamente perfilado por JOE SINNOT. Al clásico color: GLYNIS WEIN. El brioso equipo DIN&MITA, MONTSE y MÓNICA la rotulan. Realización técnica a cargo de DIN&MITA y JOSÉ LUIS ROGER. Prolijo prólogo de Lee e informativa nota/epílogo de ALEJANDRO M. VIRTUITIA, el arqueólogo de la BIBLIOTECA MARVEL. Coste: 1.095 pesetas (¿os acordáis de la clásica rubia?).


Sinopsis en plata.-

El comienzo se ciñe a los sucesos acaecidos en FANTASTIC FOUR sobre la rebelión, disputa y castigo sufrido por ESTELA PLATEADA a manos de GALACTUS, aunque ni un solo superhéroe asoma la máscara en estas planchas. Sorprendente resulta la velocidad como Estela decide rebelarse de Galactus apenas llega a la Tierra, quizás dopado por la mezcla de oxígeno y contaminante que aliñan nuestra atmósfera.

Estela intenta aclimatarse con frustrantes esfuerzos al complejo planeta por el cual tanto ha sacrificado. Su fe es puesta a prueba incesantemente por los desagradecidos terrestres.

Mientras, el ofuscado y hambriento Galactus conspira para mantener su posición de macho alfa, como si fuese una cuestión mafiosa de honor, logrando la victoria mediante un trato en el cual nuestro reluciente héroe cromado lo pierde todo.


Argentífero drama.-

Alejada de la épica MAINSTREAM, esta novela gráfica, referida en MAREA ROJA por QUENTIN TARANTINO, asombra, y quizás sea una de las más fértiles obras elucubradas por los ingenios de sus autores. Carga, sin embargo, con el lastre de la prosopopeya farragosa impronta característica de Lee y de Kirby, tendente a iterar conceptos enmascarándolos con nuevas definiciones o términos. No obstante, hasta esta exageración literaria es preferible a la que imitaron los aventajados pupilos de Lee, ROY THOMAS o GERRY CONWAY, en sus respectivos textos.

A partir de la premisa del exilio/encarcelamiento de Estela en la Tierra, sin referencias a ninguno de los personajes o colecciones donde el alopécico mercurial hizo aparición estelar, siempre embargado en su perpetuo dilema del serán o no llegarán a ser, Lee desarrolla la historia con nuevos acontecimientos y situaciones, desplegando las reacciones de Estela sometido a nuevas presiones. De este ingenioso WHAT IF…?, que se retroalimenta de su propia carne, podemos, quizás, destacar cierta influencia bíblica en determinados aspectos que matizan la trama.

Estela es transformado en piedra, una vez vencido (emulando a la estatua de sal), y en un trasunto digno de SUPERMAN (en este singular detalle ni Lee ni Kirby profundizaron, acaso por ir sobrados de material), al borde de la extinción, Estela debe su recuperación al mismo planeta que desesperadamente trata de salvar. (Superman se nutre del sol. Podríamos teorizar sobre las connotaciones simbólicas y sexuales del asunto.) Estela es condenado a errar (como los israelitas) por este mundo y confinado en él por la barrera cósmica que lo circunda (el desierto) impuesta por Galactus. Éste apela a un ardid sexual (como la REINA DE SAVA fuera para SALOMÓN) para ganarse de nuevo a su rebelde heraldo (LUCIFER caído por el orgullo; Estela también es defenestrado por su exceso de confianza –orgullo- en su poder cósmico). El agente enviado para seducir a Estela le muestra las vilezas de los seres humanos por los cuales Estela tanto entrega (el DIABLO tentando a JESÚS). Ante la muerte en la cruz (simbolizada por la hostilidad humana), Galactus le ofrece una alternativa, pero al contrario que Jesús en la polémica obra de KAZANTZAKIS, Estela sucumbe a la tentación.

Por su parte, Kirby manifiesta una gran madurez en su talento (aunque siempre flaqueó en la anatomía), coronando con esta obra su larga y prolífica carrera. Tampoco Lee alcanzaría mayor grado de calidad (su Silver Surfer ilustrado por MOEBIUS, no carece de elementos interesantes, pero no como los que soportan esta narración), y la sintonía entre ambos autores es tan perfecta como complementaria. Apreciamos en esta historia unos recursos que hasta entonces, por los veredictos censores que fuesen, ni siquiera se insinuaban en previos trabajos. Ciertamente, son ingenuos apuntes de naturaleza erótica, pero si los contextualizamos a la biografía laboral de los autores, destacan llamativamente.


Tópicos cromados.-

La iterativa insistencia de Estela por el lamento siempre ha sido tanto su rasgo distintivo como su maldición, que te echa atrás a la hora de adquirir uno de sus tebeos. El surfista del plasma estelar no cesa de quejarse, discurseando shakesperianamente (o en culterano de GÓNGORA) sobre el triste y trágico drama que somos los terrestres, a un paso del Edén o del Infierno. Mas su fe en nuestros futuro, glorioso y equitativo, es inquebrantable. Empero, el antiguo paisano del remoto planeta ZENN-LA olvida que dicha magnífica prosperidad y evolución redujo a su mundo a la exasperante apatía que impulsó al otrora Norrin Rad a convertirse en heraldo de Galactus.

El asunto del matizado tapiz que constituye nuestra cultura global a un extraterrestre será un pienso que alimente numerosas lecturas, radicado con más fuerza en el cómic que en otros medios, sean literarios o audiovisuales. No obstante, los futuros pacificados que se nos insinúan laminarán tal diversidad, trocándola en una uniformidad filofascista sobre los usos, conductas, modas y pensamientos, un proceso en el cual nos hallamos inmersos, aunque difícilmente lo apreciamos.

Y también Galactus se ciñe a su cansino discurso, de corte casi político: encarno el poder, soy la fuerza, hago lo que debo, etc., para, una viñeta después, referirse a sus angustias existenciales. Amo y heraldo comparten idéntica ansiedad: la del individuo enfrentado a fuerzas superiores contra las cuales combate en vano. Como está de moda, y tal su constitución, pronto veremos a Galactus sentado ante el psiquiatra relatando sus angustias y sometido a la tiranía química del LITIO o el PROZAC para poder encarar sus objetivos con optimismo.

En cambio, a Estela el diván freudiano no le va. Lo suyo es la reflexión contemplativa con el cráneo del pobre YORIC en la cumbre del mundo.


Recapitulación.-

Para ser una obra alejada de la pirotecnia del Mainstream que viera nacer a sus protagonistas, con la acción muy focalizada, tensión e interés se sostienen excelentemente hasta su final, un tanto inesperado. Para suplir la habitual ración de collejas aplicadas por supertipos embreados en diálogos patrióticos o cataclísmicos, Kirby se excede en el barroquismo de la maquinaria (su fuerte por excelencia) y el grafismo del vivaz Estela, recargando los escenarios y multiplicado sus característicos efectos gráficos.

Agrada esta lectura, quizás por su sencillez. Elude las aparatosidades que actualmente envuelven los guiones, con difusa moralina o confusa amoralidad. Es casi como un destello final de una época notable que con dificultad recuperaremos (ahora que tan de moda está lo de la recuperación histórica, cuyo efecto es reabrir heridas y dividirnos), obnubilados con las anatomías al borde del colapso muscular, los deslumbres del photoshop y los guiones firmados por eminencias que necesitan 18 especiales de 40 páginas para contar algo que los de la generación de Lee hacían en 5 números.

Debemos recuperar esa inocencia básica, aun pese a su bastedad, a su ingenuidad flagrante de blancos y negros elementales, sin matices grises. Debemos evitar el canto de sirena, de LORELEI, de esta ARDINA con la cual Galactus trata de recuperar a Estela, el GALAHAD huérfano de la corte artúrica y sin GRIAL que obtener, que el tebeo actual nos envía, carente de alma, justo cuando más poderosos son sus recursos disponibles y mayor la calidad gráfica que sus dibujantes pueden ofrecer.

La página.-

La 52, aunque otras muchas reclaman atención.

La viñeta.-

La 4ª de la página 21: Galactus con cara de haber pisado una colosal plasta.

La frase.-

¡Ha sido real! ¡Lo único que puedo decir es que… pocos hombres han sacrificado tanto por la Humanidad como… Estela Plateada!

(¿Y no sacrificaron nada, por ejemplo, los del DESEMBARCO DE NORMANDÍA?)

Lo mejor.-

Ardina, por constituir un inesperado grado de madurez y complejidad.

Lo peor.-

Su espesa prosopopeya.

Reseña de Antonio Santos, de la serie La voz en el desierto/ entrega 20


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