En el núm. de enero-junio, el 71, de la revista Mundaiz de la Univesidad de Deusto de San Sebastian ha aparecido un ensayo largo sobre una de las figuras más importantes de la historieta estadounidense: Harvey Kurtzman. Su autor es el colaborador de Tebeosfera Eduardo Martínez-Pinna y con este trabajo pone a la altura que le corresponde al creador de Hey Look!
Harvey Kurtzman. Facetas alternativas en el cómic estadounidense es el título del ensayo que, como siempre, también se ha editado con el formato de separata, independientemente del núm. 71 de Mundaiz que lo acoge. Comparte espacio en la revista con otros dos artículos, uno de Arrieta Alberdi sobre la política europeísta del PNV y otro sobre las propuestas de paz en la primera mitad del siglo XX, firmado por Obieta Vilallonga.
En efecto, chocante. Pero un artículo sobre un autor cómic no está precisamente desencajado ahí. Mundaiz, revista semestral nacida en 1975, viene dedicando una atenta mirada a la historieta, sobre todo desde que la dirige el profesor Juan Manuel Díaz de Guereñu, incansable teórico que aparte de sus reseñas para Trama, Pérgola o Comic Tecla contribuye aportando libros (Habeko Mik) y ensayos de gran mérito y profundidad en Mundaiz (¿recuerdan su Historias e historietas de la guerra de Bosnia: testimonio y género en el cómic, en Mundaiz nº 63?), aparte del hecho de que abre las puertas a los investigadores que desean sumar la historieta a los contenidos habituales de las revistas de comunicación.
Su labor se agradece, pues, aunque es de esas labores que pasan desapercibidas para el común de los votantes de premios internáuticos y saloneros. Este tipo de esfuerzos en pro del medio, los de contribuir a su reconocimiento en el seno de la cultura oficial, es de los que más debemos valorar, por encima de otras 'normalizaciones' o 'dignificaciones' que en realidad sólo conducen a engordar el ombligo de cada cual pero no el aura cultural del medio.
Y se agradece el esfuerzo de Martínez-Pinna por sacar a relucir a uno de los autores más importantes del mal llamado noveno arte. Eduardo, añorado colaborador de Tebeosfera, maneja un estilo limpio y lejano del academicismo. Es riguroso en el barajado de los referentes, de la documentación y en la cita de obras y hechos, pero todo nos lo brinda con un lenguaje ameno que hace de su repaso a la obra de Kurtzman un deleite. Se agradece, de Martínez-Pinna, también, el uso de una terminología ajustada a derecho (¡por fin!), donde se respetan las figuras profesionales como 'director editorial' o cuando escribe, sin guión, el concepto 'comic book', que raramente se escribe con guión en medio fuera de nuestro país.
Se agradece, en fin, el esfuerzo por rescatar la memoria de uno de los pilares de la historieta estadounidense que, por raro que parezca (o no tan raro), apenas si ha sido leído y reconocido acá. El caso de Kurtzman, hoy, es el mismo de Alex Toth o Jean Roba, autores de grueso opus y amplísimo historial que apenas reciben el aplauso de una población lectora instalada en la actualidad más adocenada (o más desorientada: fijénse que el mejor tebeo de 2005 elegido por la afición en 2006 ha sido un libro de humor gráfico, ¡ja!). Toth y Roba han muerto en silencio. Kurtzman murió hace tiempo, pero aún se le sigue rindiendo poco homenaje. Demasiado poco. Si hasta sospecho que la mayoría de los aficionados al cómic americano desconocen que los premios 'Harvey' se llaman así precisamente en honor de Kurtzman.
Así es, Kurtzman, aparte de historietista, director de publicaciones y profesor de la New York School of Visual Arts se halla entre los cinco mejores historietistas de la historia (según Atlas Comics Presents). Él fue uno de los artífices de EC, el alma mater de Two Fisted-Tales y de la mítica revista Mad, él fue quien fundó una fórmula editorial de revista satírica que sería modelo para todo el mundo, fue quien dio el primer trabajo -en Help!- y los primeros impulsos a glorias del underground como Robert Crumb, Gilbert Shelton o Spain Rodríguez, él inspiró a Goscinny y a Ventura y Nieto (y a otros autores de la sátira y del humor disparatado de la Transición española). Él, en fin, fue el padre de una de las obras más populares de los Estados Unidos: Little Annie Fanny, que se publicó en las páginas de Playboy. Y, bueno, también fue teórico del medio, recordemos su From Aaargh to Zap.
Hasta la miniaturización del catálogo de EC por parte de Planeta-DeAgostini casi nada de lo anterior estaba editado en nuestro país. Hoy lo está, aunque mal. Ahora que han aparecido en los EE UU los dos volúmenes de Little Annie Fanny, podría algún editor aventurarse a traducirlos aquí. Y, de paso, sus historietas en MAD, su Jungle Book y su Kurtzman Comix, obras punteras de la historia del comic norteamericano.
Si algo tenemos que reprochar a este trabajo de Martínez-Pinna en Mundaiz es únicamente que, tras la vorágine de datos sobre la vida y obra de Kurtzman, bien hubiera venido una recapitulación a modo de mínima tesis que resumiese en breves párrafos la trascendencia del autor y el valor de su obra en el panorama de la historieta estadounidense y su aporte a la consideración cultural de la historieta hoy. Hubiera quedado redondo. Con todo, se agradece el espíritu divulgativo y la incuestionable pulcritud del autor, así como el apoyo del director de Mundaiz.
Gracias a ellos la historieta está donde la cultura. Para la teoría sobre la historieta, y en pro de su consideración, esta es la manera de proseguir: publicar allí donde se debaten la narrativa, la comunicación y las artes.
Su labor se agradece, pues, aunque es de esas labores que pasan desapercibidas para el común de los votantes de premios internáuticos y saloneros. Este tipo de esfuerzos en pro del medio, los de contribuir a su reconocimiento en el seno de la cultura oficial, es de los que más debemos valorar, por encima de otras 'normalizaciones' o 'dignificaciones' que en realidad sólo conducen a engordar el ombligo de cada cual pero no el aura cultural del medio.
Y se agradece el esfuerzo de Martínez-Pinna por sacar a relucir a uno de los autores más importantes del mal llamado noveno arte. Eduardo, añorado colaborador de Tebeosfera, maneja un estilo limpio y lejano del academicismo. Es riguroso en el barajado de los referentes, de la documentación y en la cita de obras y hechos, pero todo nos lo brinda con un lenguaje ameno que hace de su repaso a la obra de Kurtzman un deleite. Se agradece, de Martínez-Pinna, también, el uso de una terminología ajustada a derecho (¡por fin!), donde se respetan las figuras profesionales como 'director editorial' o cuando escribe, sin guión, el concepto 'comic book', que raramente se escribe con guión en medio fuera de nuestro país.
Se agradece, en fin, el esfuerzo por rescatar la memoria de uno de los pilares de la historieta estadounidense que, por raro que parezca (o no tan raro), apenas si ha sido leído y reconocido acá. El caso de Kurtzman, hoy, es el mismo de Alex Toth o Jean Roba, autores de grueso opus y amplísimo historial que apenas reciben el aplauso de una población lectora instalada en la actualidad más adocenada (o más desorientada: fijénse que el mejor tebeo de 2005 elegido por la afición en 2006 ha sido un libro de humor gráfico, ¡ja!). Toth y Roba han muerto en silencio. Kurtzman murió hace tiempo, pero aún se le sigue rindiendo poco homenaje. Demasiado poco. Si hasta sospecho que la mayoría de los aficionados al cómic americano desconocen que los premios 'Harvey' se llaman así precisamente en honor de Kurtzman.
Así es, Kurtzman, aparte de historietista, director de publicaciones y profesor de la New York School of Visual Arts se halla entre los cinco mejores historietistas de la historia (según Atlas Comics Presents). Él fue uno de los artífices de EC, el alma mater de Two Fisted-Tales y de la mítica revista Mad, él fue quien fundó una fórmula editorial de revista satírica que sería modelo para todo el mundo, fue quien dio el primer trabajo -en Help!- y los primeros impulsos a glorias del underground como Robert Crumb, Gilbert Shelton o Spain Rodríguez, él inspiró a Goscinny y a Ventura y Nieto (y a otros autores de la sátira y del humor disparatado de la Transición española). Él, en fin, fue el padre de una de las obras más populares de los Estados Unidos: Little Annie Fanny, que se publicó en las páginas de Playboy. Y, bueno, también fue teórico del medio, recordemos su From Aaargh to Zap.
Hasta la miniaturización del catálogo de EC por parte de Planeta-DeAgostini casi nada de lo anterior estaba editado en nuestro país. Hoy lo está, aunque mal. Ahora que han aparecido en los EE UU los dos volúmenes de Little Annie Fanny, podría algún editor aventurarse a traducirlos aquí. Y, de paso, sus historietas en MAD, su Jungle Book y su Kurtzman Comix, obras punteras de la historia del comic norteamericano.
Si algo tenemos que reprochar a este trabajo de Martínez-Pinna en Mundaiz es únicamente que, tras la vorágine de datos sobre la vida y obra de Kurtzman, bien hubiera venido una recapitulación a modo de mínima tesis que resumiese en breves párrafos la trascendencia del autor y el valor de su obra en el panorama de la historieta estadounidense y su aporte a la consideración cultural de la historieta hoy. Hubiera quedado redondo. Con todo, se agradece el espíritu divulgativo y la incuestionable pulcritud del autor, así como el apoyo del director de Mundaiz.
Gracias a ellos la historieta está donde la cultura. Para la teoría sobre la historieta, y en pro de su consideración, esta es la manera de proseguir: publicar allí donde se debaten la narrativa, la comunicación y las artes.
Harvey Kurtzman : facetas alternativas en el cómic estadounidense / Eduardo Martínez-Pinna, Mundaiz, 71 (I-VI, 2006), pp. 83-128, San Sebastián, Universidad de Deusto. Editado también a modo de separata.
Para pedidos: Revista Mundaiz. Universidad de Deusto Apdo. 1359 Donosti / San Sebastián 20014
Reseña de Manuel Barrero. Tebeosfer recibió servicio de prensa de Martínez-Pinna
Para pedidos: Revista Mundaiz. Universidad de Deusto Apdo. 1359 Donosti / San Sebastián 20014
Reseña de Manuel Barrero. Tebeosfer recibió servicio de prensa de Martínez-Pinna
La imagen de cabecera corresponde al fragmento superior de la cubierta de la separata.
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