Wendel, un clásico.
Al hablar de Howard Cruse estamos hablando de uno de los fundadores del Cómic Gay, con mayúsculas. O sea, nos referimos al surgimiento de una publicación de historietas de calidad dirigidas al público homosexual y con garantías de disponer de una plantilla de autores seria y de una pequeña porción de mercado.
Al hablar de Howard Cruse estamos hablando de uno de los fundadores del Cómic Gay, con mayúsculas. O sea, nos referimos al surgimiento de una publicación de historietas de calidad dirigidas al público homosexual y con garantías de disponer de una plantilla de autores seria y de una pequeña porción de mercado.
Todo esto en los Estados Unidos, claro está. Durante los años setenta hubo un intento de los autores de historieta gay de escapar de las revistas pornográficas donde a veces les dejaban un hueco para sus viñetas. Editores y autores embravecidos, como Larry Fuller o Mike Kuchar se atrevieron a publicar algún comic book. Pero no sería hasta 1980 cuando una publicación se instalara con mayor seguridad en el mercado, aportando para ello historietas de contenido menos escabroso y un tanto más pendientes de la sensibilidad que del sexo. Aquella publicación fue Gay Comix, distribuida por Kitchen Sink y dirigida por Howard Cruse (1944, Birmingham). Entonces ya dibujaba Cruse sus deliciosas viñetas de pulcro acabado, el "Billy Goes Out" que acaba de traducir La Cúpula para la revista Claro que Sí Comics, por ejemplo (lo cual menciona con cariño el propio Cruse en su blog inaugurado en febrero).
Cruse creció siempre apegado al arte, como actor de teatro aficionado, como director artístico de publicaciones (Starlog) y en televisión, hasta que se instaló en el cómic, donde siempre había destacado por sus cualidades innatas para el dibujo. Se movió tanto en el ámbito underground como en el general, con tiras como Tops & Button, que publicaba en el Birmingham Post-Herald. Barefootz, una de sus creaciones más aplaudidas nació entonces, en el circuito underground distribuido por Kitchen Sink, lo cual ya era un acercamiento de los cómics marginales al mainstream (como lo fue Comix Book, la publicación de Marvel Comics con aires underground, de la cual fue editor el mismo Cruse).
Cuando Denis Kitchen le dio la dirección de Gay Comix vio la oportunidad de canalizar sus deseos de hacer historieta gay de un modo adulto, honesto y sin bordes gruesos. Durante los años ochenta, sus labores como director (que duraron sólo cinco números) y como autor coadyuvaron a la instalación de los cómics gay como un género a ser tenido en cuenta en la historieta americana y mundial y el padre de Wendel se convirtió en un referente para la cultura americana de este tipo de historieta.
Esta claro que Wendel es la creación que mejor representa su importante aportación a la historieta estadounidense, si bien allí tampoco ha sido laureada durante mucho tiempo. Por ejemplo, hasta 2001 no hubo una compilación ordenada y cuidada de las páginas de Wendel (por Olmstead Press). Y todo ello, podría sospecharse, ocurrió tras el éxito de su 'graphic novel' Stuck Rubber Baby (DC, 1995), merecedora de los prestigiosos galardonres Eisner y Harvey. A España llegó más tarde -tras el premio de la crítica que le dieron en Angulema en 2002- y Wendel fue publicado finalmente La Cúpula, que pretende recuperar toda la obra.
Una idea excelente porque toda su obra es de gran calidad. Lo es desde la primera historieta de Wendel, aparecida en los años setenta en las páginas de la publicación The Advocate. Ya entonces el dibujo era refinadísimo y su contenido alegre, elegante y sensible. Como muy bien pondera Santi Valdés en Los Cómics Gay (Glénat), Cruse inauguró con Wendel la corriente ciertamente exitosa de la 'comedia gay', cómics que tratan el tema de la homosexualidad desde un prisma divertido y alegre para el cual exagera sin llegar a frivolizar. En Wendel lo logra narrando la convivencia de Wendel con Ollie, un joven sano de padres permisivos, el primero, y un separado y con hijo, el segundo. Estos a veces son sólo la plataforma para asomarse a otras vidas gays, las de sus amigos y conocidos, pintando con todos ellos un fresco de la homosexualidad en unos Estados Unidos aún sumidos en el conservadurismo (estamos en la era Reagan, recuerden) pero que van abriendo compuertas a su moralidad.
Wendel se ha convertido en un clásico en su género que sigue manteniendo, a día de hoy, su frescura e inteligencia ¡habiendo pasado casi treinta años desde su aparición! Cruse se revela en sus historieta como un gran conocedor del espíritu humano, sobre todo de los recovecos de la sensibilidad, y yo diría que lo logra sobre todo con Ollie, el compañero de Wendel, en el que él mismo se representa (sus dudas existenciales, su pasión por el teatro). Lo cierto es que, si de algo peca Cruse es de sensiblería ocasional, porque la obra discurre según el ritmo de una comedia ligera que se vería enriquecida con algunas gotas melodramáticas. O sea, que los dos novios apenas discutan jamás es muy raro, rarito, raro. Pero a través de su comprensiva mirada se nos muestran los modelos característicos del colectivo gay que luego otros autores explotarían, sus devaneos, miserias y triunfos, y por supuesto su lado cómico y tierno.
Cruse sin duda es un maestro de la comedia. Crea personajes muy definidos, creíbles, divertidos aunque sean odiosos, profundos pese a su aparente superficialidad, muy atrayentes y que nos hacen sonreir siempre. Ejemplos: el estirado sibarita, la ex esposa acongojada de Ollie, el efervescente Farley (perdón, Branman), el caradura de Sterno, el impresionable sr. Polyp (genial el tipo éste), los 'marcianos' padres de Wendel, la bruta de Tina... No tienen desperdicio.
A estos actores Cruse los mueve en un mundo muy real, vivo. Construye para ellos un espacio narrativo de gran eficacia que él compone en entregas de tres tiras por historieta (en origen ocupaban una página de medidas estándar, en la edición de La Cúpula se fragmentan) que constituyen un alarde de composición. Cuida detalles tan especiales como el pequeño gag introductorio al lado del logotipo, deposita mucho en el arranque de cada historia, desarrolla equilibradamente la trama con una narrativa perfecta (la intercalación de planos es magistral) y concluye con un gag final que suele ser inesperado y sorprendente. Sorprende en él casi todo, los planteamientos, la virtud narrativa, la cohesión compositiva.
Y a eso hay que sumar las cualidades para el dibujo de este hombre. Un estilo relamido, sí, eso parece en un primer vistazo. Dibujo detalladísimo, cuerpos redondeados con cierto ascendente del cartoon infantil, y lineas moduladas con mimo al estilo Disney. Casi se podría decir que sus tebeos repelen tanto como los Archie Comics. Pero no. Su definición está más cercana a Basil Wolverton que los estilemas cartoon, y con su detalle logra una profundidad de campo que pocos consiguen con esta técnica puntillista. En el caso español, se acentúa este maremagno de puntos y líneas debido a la reducción de las planchas para adaptarlas a la edición del formato apaisado escogido para estas primeras aventuras de Wendel. Algo muy reprochable de lo que seguramente es responsable la búsqueda de costes baratos de imprenta, si bien han elegido un papel más satinado, más lavado y de mayor gramaje. Esta disminución afecta también a la lectura, ya que las planchas aparecen fragmentadas (la del oso pierde mucho) y los textos quedan minúsculos en los bocadillos; unos textos excelentes, por añadidura, el trabajo de la traductora es perfecto.
Esperemos que los siguientes títulos adopten el formato del libro que La Cúpula publicó en en 2004. La obra lo exige. Pues Wendel es una obra imprescindible para el interesado en el cómic gay, eso está claro, y además es ya un clásico del género que resulta tan inteligente y divertida que en realidad ha pasado a convertirse en un clásico del cómic estadounidense de los últimos treinta años.
El trabajo más reciente de Cruse en papel es el libro ilustrado The Swimmer With a Rope in His Teeth (Prometheus Books, 2004). En internet ha publicado su última creación, Young Bottoms in Love (PopImage.com, desde enero de 2006) y es muy recomendable darse un garbeo por su sitio web, que es una delicia se mire como se mire.
Ah, y parece ser que finalmente este año Dolmen traducirá Stuck Rubber Baby para el Saló, despues de retener los derechos un tiempecito...
Cruse creció siempre apegado al arte, como actor de teatro aficionado, como director artístico de publicaciones (Starlog) y en televisión, hasta que se instaló en el cómic, donde siempre había destacado por sus cualidades innatas para el dibujo. Se movió tanto en el ámbito underground como en el general, con tiras como Tops & Button, que publicaba en el Birmingham Post-Herald. Barefootz, una de sus creaciones más aplaudidas nació entonces, en el circuito underground distribuido por Kitchen Sink, lo cual ya era un acercamiento de los cómics marginales al mainstream (como lo fue Comix Book, la publicación de Marvel Comics con aires underground, de la cual fue editor el mismo Cruse).
Cuando Denis Kitchen le dio la dirección de Gay Comix vio la oportunidad de canalizar sus deseos de hacer historieta gay de un modo adulto, honesto y sin bordes gruesos. Durante los años ochenta, sus labores como director (que duraron sólo cinco números) y como autor coadyuvaron a la instalación de los cómics gay como un género a ser tenido en cuenta en la historieta americana y mundial y el padre de Wendel se convirtió en un referente para la cultura americana de este tipo de historieta.
Esta claro que Wendel es la creación que mejor representa su importante aportación a la historieta estadounidense, si bien allí tampoco ha sido laureada durante mucho tiempo. Por ejemplo, hasta 2001 no hubo una compilación ordenada y cuidada de las páginas de Wendel (por Olmstead Press). Y todo ello, podría sospecharse, ocurrió tras el éxito de su 'graphic novel' Stuck Rubber Baby (DC, 1995), merecedora de los prestigiosos galardonres Eisner y Harvey. A España llegó más tarde -tras el premio de la crítica que le dieron en Angulema en 2002- y Wendel fue publicado finalmente La Cúpula, que pretende recuperar toda la obra.
Una idea excelente porque toda su obra es de gran calidad. Lo es desde la primera historieta de Wendel, aparecida en los años setenta en las páginas de la publicación The Advocate. Ya entonces el dibujo era refinadísimo y su contenido alegre, elegante y sensible. Como muy bien pondera Santi Valdés en Los Cómics Gay (Glénat), Cruse inauguró con Wendel la corriente ciertamente exitosa de la 'comedia gay', cómics que tratan el tema de la homosexualidad desde un prisma divertido y alegre para el cual exagera sin llegar a frivolizar. En Wendel lo logra narrando la convivencia de Wendel con Ollie, un joven sano de padres permisivos, el primero, y un separado y con hijo, el segundo. Estos a veces son sólo la plataforma para asomarse a otras vidas gays, las de sus amigos y conocidos, pintando con todos ellos un fresco de la homosexualidad en unos Estados Unidos aún sumidos en el conservadurismo (estamos en la era Reagan, recuerden) pero que van abriendo compuertas a su moralidad.
Wendel se ha convertido en un clásico en su género que sigue manteniendo, a día de hoy, su frescura e inteligencia ¡habiendo pasado casi treinta años desde su aparición! Cruse se revela en sus historieta como un gran conocedor del espíritu humano, sobre todo de los recovecos de la sensibilidad, y yo diría que lo logra sobre todo con Ollie, el compañero de Wendel, en el que él mismo se representa (sus dudas existenciales, su pasión por el teatro). Lo cierto es que, si de algo peca Cruse es de sensiblería ocasional, porque la obra discurre según el ritmo de una comedia ligera que se vería enriquecida con algunas gotas melodramáticas. O sea, que los dos novios apenas discutan jamás es muy raro, rarito, raro. Pero a través de su comprensiva mirada se nos muestran los modelos característicos del colectivo gay que luego otros autores explotarían, sus devaneos, miserias y triunfos, y por supuesto su lado cómico y tierno.
Cruse sin duda es un maestro de la comedia. Crea personajes muy definidos, creíbles, divertidos aunque sean odiosos, profundos pese a su aparente superficialidad, muy atrayentes y que nos hacen sonreir siempre. Ejemplos: el estirado sibarita, la ex esposa acongojada de Ollie, el efervescente Farley (perdón, Branman), el caradura de Sterno, el impresionable sr. Polyp (genial el tipo éste), los 'marcianos' padres de Wendel, la bruta de Tina... No tienen desperdicio.
A estos actores Cruse los mueve en un mundo muy real, vivo. Construye para ellos un espacio narrativo de gran eficacia que él compone en entregas de tres tiras por historieta (en origen ocupaban una página de medidas estándar, en la edición de La Cúpula se fragmentan) que constituyen un alarde de composición. Cuida detalles tan especiales como el pequeño gag introductorio al lado del logotipo, deposita mucho en el arranque de cada historia, desarrolla equilibradamente la trama con una narrativa perfecta (la intercalación de planos es magistral) y concluye con un gag final que suele ser inesperado y sorprendente. Sorprende en él casi todo, los planteamientos, la virtud narrativa, la cohesión compositiva.
Y a eso hay que sumar las cualidades para el dibujo de este hombre. Un estilo relamido, sí, eso parece en un primer vistazo. Dibujo detalladísimo, cuerpos redondeados con cierto ascendente del cartoon infantil, y lineas moduladas con mimo al estilo Disney. Casi se podría decir que sus tebeos repelen tanto como los Archie Comics. Pero no. Su definición está más cercana a Basil Wolverton que los estilemas cartoon, y con su detalle logra una profundidad de campo que pocos consiguen con esta técnica puntillista. En el caso español, se acentúa este maremagno de puntos y líneas debido a la reducción de las planchas para adaptarlas a la edición del formato apaisado escogido para estas primeras aventuras de Wendel. Algo muy reprochable de lo que seguramente es responsable la búsqueda de costes baratos de imprenta, si bien han elegido un papel más satinado, más lavado y de mayor gramaje. Esta disminución afecta también a la lectura, ya que las planchas aparecen fragmentadas (la del oso pierde mucho) y los textos quedan minúsculos en los bocadillos; unos textos excelentes, por añadidura, el trabajo de la traductora es perfecto.
Esperemos que los siguientes títulos adopten el formato del libro que La Cúpula publicó en en 2004. La obra lo exige. Pues Wendel es una obra imprescindible para el interesado en el cómic gay, eso está claro, y además es ya un clásico del género que resulta tan inteligente y divertida que en realidad ha pasado a convertirse en un clásico del cómic estadounidense de los últimos treinta años.
El trabajo más reciente de Cruse en papel es el libro ilustrado The Swimmer With a Rope in His Teeth (Prometheus Books, 2004). En internet ha publicado su última creación, Young Bottoms in Love (PopImage.com, desde enero de 2006) y es muy recomendable darse un garbeo por su sitio web, que es una delicia se mire como se mire.
Ah, y parece ser que finalmente este año Dolmen traducirá Stuck Rubber Baby para el Saló, despues de retener los derechos un tiempecito...
Qué alegría que estés por fin aquí, Cruse, de verdad.
WENDEL: SUS PRIMERAS AVENTURAS, de Howard Cruse.
La Cupula : NOVELA GRAFICA, s/n, ISBN: 84-7833-643-5
Libro de historietas apaisado, en rústica, 116 páginas, b/n. 14,5 X 21 cm., 8,95 euros.
Texto promocional:
"Nacido en Alabama, hijo de un predicador, Howard Cruse vio en los cómics "una oportunidad para experimentar con la narrativa y profundizar en sí mismo sin verse constreñido por criterios editoriales". Fundador de Gay Comix, comenzó trabajando para publicaciones como Dope Comix y Bizarre Sex. Es a partir de 1979, tras su traslado a Nueva York, cuando Cruse crea su serie de mayor éxito: Wendel
Prolífico como pocos y autor de obras como Barfootz, Stuck Rubber Baby y Dancin Nekkid with the Angels entre otras, a día de hoy Cruse sigue trabajando incansable en su estudio de Jackson Heights, Nueva York"
La Cupula : NOVELA GRAFICA, s/n, ISBN: 84-7833-643-5
Libro de historietas apaisado, en rústica, 116 páginas, b/n. 14,5 X 21 cm., 8,95 euros.
Texto promocional:
"Nacido en Alabama, hijo de un predicador, Howard Cruse vio en los cómics "una oportunidad para experimentar con la narrativa y profundizar en sí mismo sin verse constreñido por criterios editoriales". Fundador de Gay Comix, comenzó trabajando para publicaciones como Dope Comix y Bizarre Sex. Es a partir de 1979, tras su traslado a Nueva York, cuando Cruse crea su serie de mayor éxito: Wendel
Prolífico como pocos y autor de obras como Barfootz, Stuck Rubber Baby y Dancin Nekkid with the Angels entre otras, a día de hoy Cruse sigue trabajando incansable en su estudio de Jackson Heights, Nueva York"
Reseña de Manuel Barrero. Tebeosfera recibió servicio de prensa de La Cúpula.
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