Madre, vuelve a casa constituye un excelente regalo para estas navidades.
Se trata de un hermoso tebeo triste, deliciosamente encuadernado y editado por Astiberri que nos brinda una historia de superación de un agravio, o de rendición, depende de cómo se quiera ver, narrada por un niño. Es una historia, además, atípica. En ella sólo se nos "introduce": todo el libro Madre, vuelve a casa es "introducción" (de Thomas Tennant, el hijo) y el capítulo uno en realidad constituye una apertura al exterior de la obra. A la vida restante. También es un tebeo atípico: las largas separaciones entre las partes, que atañen a su primera publicación por entregas, contribuyen a hacer aún más lento el ritmo del relato, y el color sepia escogido para las páginas aporta, por su apagado, más densidad a la historia.
El relato es el de un niño de 7 años que para asumir la pérdida de su madre se refugia en sus fantasías. Pero el problema es que también está perdiendo a su padre, quien se halla sumido en la desesperación producto del vacío y, a continuación, en la locura a consecuencia de la culpa, de la que el lector sabrá al final del libro.
La traducción francesa, más acertada si tenemos en cuenta el desenlace, fue Adieu, mamam. Es preferible la literal pero poética traducción española porque éste es un tebeo que deja por completo de lado la evidencia. Todo ha de ser reinterpretado por el lector, como en un juego de descifrado simbólico. La duda impregna la lectura, no queda claro que tiene la historia de autobiográfico (la foto del final parece reveladora), si en realidad el narrador es el padre, si, acaso, todo es una fantasía del niño... El autor, Paul Hornschemeier, ha declarado que es esencialmente la historia del padre narrada desde la perspectiva del hijo.
El ejercicio de narración complejo, pues, pero está narrado con aparente sencillez, simplificando los elementos que conforman el mundo circundante de Thomas, que él trufa con propuestas fantasiosas. Se trata de una historieta trazada con los elementos justos y el epíteto de 'minimalista' que se le ha adjudicado responde al hecho de que ocasionalmente deposita el autor gran peso sobre algunos elementos que define parcialmente, sólo alguna esquina o detalle que debe identificar al todo. Como los símbolos. En realidad sería más adecuado para este caso el término sobriedad. Al autor le importan los símbolos; eso está claro. De hecho, uno de los únicos hechos de la vida de los personajes en los que invertienen los tres actores de este drama narrado desde dentro de la locura o de la fantasía es aquel en el que se discute sobre "Simbolos en evolución", segundo libro del padre (profesor obsesionado por la lógica) que trataba de la posibilidad de una aplicación más amplia de la lógica simbólica. El libro tuvo éxito popular, y no académico, y eso martirizaba al padre. La madre, más práctica, no lo veía mal.
La simbología impregna no sólo los lugares del escenario, las camas, los fragmentos de actores y objetos, también recubre a los personajes. El niño acude a su careta de león y a su capa para 'defender' los territorios de su madre, lo que en realidad es un refuerzo propio de la infancia, un refugio buscado para aplacar un dolor que aún no se comprende e intentar paliar la ausencia de la madre muerta. El padre, por el contrario, cae en la apatía, en una profunda depresión que no deberíamos llamar locura si bien deja a su hijo abandonado. Toda la obra en realidad está hecha con interpretaciones (la 'huída' del padre es otra de ellas: el niño la crea, él a finge, nosotros la interpretamos), con rescoldos de dolor y detalles que adquieren su valor según el autor utiliza su dimensión simbólica antes que la representativa. Traigamos otros ejemplos: la frente de los tíos, los enganches de la capa, los planos cenitales de los que duermen, los sandwiches, el bosque (territorio de la madre, defendido por el hijo, que es el lugar escogido por el padre para la solución final).
Son los detalles, las piezas de ensamblaje, de esta obra las realmente brillan con luz propia. El autor, según declaró a Gary Groth en The Comics Journal se siente muy "interested in how you can rearrange any one set of elements to create completely unique and significant perceptions, completely new narratives and interpretations." Este esfuerzo de Hornschemeier hace de Madre, vuelve a casa es un ejercicio de buen narrador, lo que eleva este tebeo por encima de la media.
Los registros lingüísticos y los recursos narrativos que utiliza el autor son adecuados: el empequeñecimiento de las figuras, la caricaturización, los estilemas infantiles, la manipulación de bocadillos, etc. Pero algunas de las estrategias formales no resultan tran brillantes como parece tras un primer vistazo. la transformación de la careta en cara no es muy reveladora, los grupos de cuatro viñetitas no aportan mucho en ocasiones, la repetición de textos en otras viñetas a veces resulta cargante... De hecho, el tebeo en sí, planificado como una "introducción" que narra el pequeño protagonista, ha sido malinterpretado por muchos al entender que Thomas Tennant es el autor de alguna suerte de prólogo (que no existe) cuando se trata del narrador de la pesarosa historia. El propio Hornschemeier ha reconocido que algunos aspectos formales de esta obra dejan que desear y que se ha propuesto mejorarlos en The Three Paradoxes, reciente tebeo suyo donde también son protagonistas de la historia un padre y un hijo y en el que también narra cambiando el registro estilítico, modificando el color y trazando una progresión no lineal del relato.
Se trata de un hermoso tebeo triste, deliciosamente encuadernado y editado por Astiberri que nos brinda una historia de superación de un agravio, o de rendición, depende de cómo se quiera ver, narrada por un niño. Es una historia, además, atípica. En ella sólo se nos "introduce": todo el libro Madre, vuelve a casa es "introducción" (de Thomas Tennant, el hijo) y el capítulo uno en realidad constituye una apertura al exterior de la obra. A la vida restante. También es un tebeo atípico: las largas separaciones entre las partes, que atañen a su primera publicación por entregas, contribuyen a hacer aún más lento el ritmo del relato, y el color sepia escogido para las páginas aporta, por su apagado, más densidad a la historia.
El relato es el de un niño de 7 años que para asumir la pérdida de su madre se refugia en sus fantasías. Pero el problema es que también está perdiendo a su padre, quien se halla sumido en la desesperación producto del vacío y, a continuación, en la locura a consecuencia de la culpa, de la que el lector sabrá al final del libro.
La traducción francesa, más acertada si tenemos en cuenta el desenlace, fue Adieu, mamam. Es preferible la literal pero poética traducción española porque éste es un tebeo que deja por completo de lado la evidencia. Todo ha de ser reinterpretado por el lector, como en un juego de descifrado simbólico. La duda impregna la lectura, no queda claro que tiene la historia de autobiográfico (la foto del final parece reveladora), si en realidad el narrador es el padre, si, acaso, todo es una fantasía del niño... El autor, Paul Hornschemeier, ha declarado que es esencialmente la historia del padre narrada desde la perspectiva del hijo.
El ejercicio de narración complejo, pues, pero está narrado con aparente sencillez, simplificando los elementos que conforman el mundo circundante de Thomas, que él trufa con propuestas fantasiosas. Se trata de una historieta trazada con los elementos justos y el epíteto de 'minimalista' que se le ha adjudicado responde al hecho de que ocasionalmente deposita el autor gran peso sobre algunos elementos que define parcialmente, sólo alguna esquina o detalle que debe identificar al todo. Como los símbolos. En realidad sería más adecuado para este caso el término sobriedad. Al autor le importan los símbolos; eso está claro. De hecho, uno de los únicos hechos de la vida de los personajes en los que invertienen los tres actores de este drama narrado desde dentro de la locura o de la fantasía es aquel en el que se discute sobre "Simbolos en evolución", segundo libro del padre (profesor obsesionado por la lógica) que trataba de la posibilidad de una aplicación más amplia de la lógica simbólica. El libro tuvo éxito popular, y no académico, y eso martirizaba al padre. La madre, más práctica, no lo veía mal.
La simbología impregna no sólo los lugares del escenario, las camas, los fragmentos de actores y objetos, también recubre a los personajes. El niño acude a su careta de león y a su capa para 'defender' los territorios de su madre, lo que en realidad es un refuerzo propio de la infancia, un refugio buscado para aplacar un dolor que aún no se comprende e intentar paliar la ausencia de la madre muerta. El padre, por el contrario, cae en la apatía, en una profunda depresión que no deberíamos llamar locura si bien deja a su hijo abandonado. Toda la obra en realidad está hecha con interpretaciones (la 'huída' del padre es otra de ellas: el niño la crea, él a finge, nosotros la interpretamos), con rescoldos de dolor y detalles que adquieren su valor según el autor utiliza su dimensión simbólica antes que la representativa. Traigamos otros ejemplos: la frente de los tíos, los enganches de la capa, los planos cenitales de los que duermen, los sandwiches, el bosque (territorio de la madre, defendido por el hijo, que es el lugar escogido por el padre para la solución final).
Son los detalles, las piezas de ensamblaje, de esta obra las realmente brillan con luz propia. El autor, según declaró a Gary Groth en The Comics Journal se siente muy "interested in how you can rearrange any one set of elements to create completely unique and significant perceptions, completely new narratives and interpretations." Este esfuerzo de Hornschemeier hace de Madre, vuelve a casa es un ejercicio de buen narrador, lo que eleva este tebeo por encima de la media.
Los registros lingüísticos y los recursos narrativos que utiliza el autor son adecuados: el empequeñecimiento de las figuras, la caricaturización, los estilemas infantiles, la manipulación de bocadillos, etc. Pero algunas de las estrategias formales no resultan tran brillantes como parece tras un primer vistazo. la transformación de la careta en cara no es muy reveladora, los grupos de cuatro viñetitas no aportan mucho en ocasiones, la repetición de textos en otras viñetas a veces resulta cargante... De hecho, el tebeo en sí, planificado como una "introducción" que narra el pequeño protagonista, ha sido malinterpretado por muchos al entender que Thomas Tennant es el autor de alguna suerte de prólogo (que no existe) cuando se trata del narrador de la pesarosa historia. El propio Hornschemeier ha reconocido que algunos aspectos formales de esta obra dejan que desear y que se ha propuesto mejorarlos en The Three Paradoxes, reciente tebeo suyo donde también son protagonistas de la historia un padre y un hijo y en el que también narra cambiando el registro estilítico, modificando el color y trazando una progresión no lineal del relato.
Muy recomendable introducción a la vida, anticipo de mejores obras de Paul Hornschemeier y excelente regalo para estas navidades: gustará a todos los que lo lean, bien por su estética, bien por su tema, bien por su melancólica dulzura.
Madre, vuelve a casa, de Paul Hornschemeier. Astiberri, Bilbao, 2005
Libro de historietas, 24 X 18 cm., 152 páginas, color. 22 euros.
Entrevista de Gary Groth: http://www.fantagraphics.com/anthol/mome1_hornschemeier.pdf
Otra entrevista: http://www.silverbulletcomicbooks.com/smallpress/103708692426248.htm
Y otra: http://www.scenemissingmagazine.com/2005/03/interview-with-paul-hornschemeier.html
Reseña francesa interesante : http://www.sitartmag.com/hornschemeier.htm
Otra : http://www.benzinemag.net/bd/Adieu_maman.htm
Libro de historietas, 24 X 18 cm., 152 páginas, color. 22 euros.
Entrevista de Gary Groth: http://www.fantagraphics.com/anthol/mome1_hornschemeier.pdf
Otra entrevista: http://www.silverbulletcomicbooks.com/smallpress/103708692426248.htm
Y otra: http://www.scenemissingmagazine.com/2005/03/interview-with-paul-hornschemeier.html
Reseña francesa interesante : http://www.sitartmag.com/hornschemeier.htm
Otra : http://www.benzinemag.net/bd/Adieu_maman.htm
Reseña de Manuel Barrero. Tebeosfera recibió servicio de prensa de Astiberri.