BERLÍN: CIUDAD DE PIEDRAS
"Lutes captura el tiempo y el lugar con la precisión de un historiador y la técnica de un cineasta... Un proyecto original que merece la pena seguir a medida que se convierte en una obra magnífica." -- Kirkus Reviews "Berlín es la obra de ficción histórica más extensa y sofisticada que se haya hecho en cómic. Lutes posee un estilo de dibujo europeo, limpio y claro, cercano al de Hergé... Este libro tiene la densidad de las mejores novelas." -- Time Magazine
Ciudad de piedras abarca ocho meses en Berlín, desde septiembre de 1928 hasta el Primero de Mayo de 1929, documentando meticulosamente las esperanzas y las luchas de sus habitantes mientras su futuro parece oscurecerse ante el ascenso de una sombra amenazadora.
Qué provoca en un autor norteamericano nacido en New Jersey y criado en Montana y California la necesidad de completar una obra faraónica tan concentrada en el análisis del espíritu europeo del siglo XX como Berlín: ciudad de piedras? Queda descalificado quien le dé vuelta a esta pregunta y se cuestione qué provoca en un autor europeo nacido en Burgos y criado en Madrid la necesidad de confeccionar una obra magna dedicada a reflexionar sobre los modos y formas de
Respuesta acertada.
Hay, creo, raíces evidentes en Berlín: ciudad de piedras de Hergé y de Giardino. Del primero toma buena nota de las conclusiones técnicas a la hora de aplicar el dibujo en las viñetas, del valor y la interpretación de la documentación y de la solidez y complejidad narrativa a la hora de contar historias. Del segundo, además del desarrollo y madurez gráfica en cuanto a la revisión de la 'línea clara' se refiere, asume el tratamiento psicológico de los personajes y su forma de vivir
A pesar de lo mucho que se ha escrito sobre Hergé, casi siempre concentrado en su faceta de hombre público, menos se ha dicho de lo que le debe una parte de la historieta europea contemporánea. Es Hergé, desarrollando sus propias influencias (Alain Saint-Ogan entre ellas), quien llega a la conclusión de aplicar la línea continua y limpia a sus personajes, de omitir lo innecesario y concentrarse en lo indispensable para conseguir una ilusión de realidad muy particular, exenta del juego de luces y sombras, de manchas, en virtud, claro, de buscar la sencillez necesaria a la que aplicar posteriormente el color por motivos comerciales, esa sencillez que funciona en blanco y negro, como demostraron los autores citados, los 'herederos de Hergé', derivando y complementando el trazo original para endurecerlo o difuminarlo, según capacidades y conveniencias. Un trazo seguro y firme que no resta dinamismo a las figuras (al contrario, extrae la esencia del movimiento) y que se complementa con el rigor de ambientes, edificios, máquinas y objetos, en un contraste que forma parte de su encanto. Vittorio Giardino también es, en parte, 'hijo de Hergé', aunque forma parte de los herederos que impulsan un grafismo más realista, en ocasiones algo más tenso en el dibujo de figuras en movimiento, pero que han aprendido la lección de la síntesis en personajes y la aplicación del realismo algo más cargado en los fondos; el resultado, en todos los casos, es una sensación de verosimilitud, de 'estar en escena', de sentir los ambientes, terreno en el que tanto destaca Giardino... y Jason Lutes.
De esas síntesis se desprende también un interés hacia la narración propiamente dicha, más concretamente hacia la lectura (en su triple sentido de leer la imagen, leer el entorno y leer los diálogos), que pasa por una rápida lectura de la imagen (desprovista de adornos), una lectura más atenta del entorno (por su detallismo) y una lectura literaria del texto (como complemento final), aplicada habitualmente (salvo excepciones, como Jacobs) en diálogos concisos que complementan el significado de cada viñeta sin florituras ni excesos. Esa fórmula narrativa heredada de Hergé, que es
Berlín, ciudad inquieta.
Por mucho que lo parezca, Berlín: ciudad de piedras no es un cómic histórico en el sentido estricto del término. Es una declaración de amor a una ciudad, a sus habitantes, al incesante movimiento ideológico y vital que gravitaba sobre esta ciudad de esperanzas. El primero de tres extensos tomos abocados a profundizar en un periodo básico para comprender la historia europea contemporánea. Ese Berlín es, en realidad, una metáfora de la historia social y política de finales de los años veinte, un decenio que estaba construyendo una nueva forma de comprender e interpretar el mundo, un pequeño universo en el que se citan las inquietudes morales más altruistas y renovadoras, el valor de la búsqueda de fórmulas de vida social más justas, con el miedo, la ignorancia y la incomprensión que generan al fascismo y el siempre mediador y decisivo papel de las fuerzas que controlan los medios de producción, la determinante economía. Berlín: ciudad de piedras está ambientado en
A pesar de la sobrecarga de documentación previa y de su voluntad por crear un numeroso reparto de personajes, Lutes demuestra conocer muy bien los entresijos de la narración dramatizada y, mientras que por un lado prefiere concentrar la pedagogía histórica en los actos y expresiones de sus criaturas, en sus relaciones antes que en el despliegue descontrolado de la documentación, dedica la mayor parte de su atención, y por tanto concentra el principal elemento dramático, en dos personajes: Kurt Severing, un periodista de izquierdas no adscrito a ninguna ideología concreta, y Marthe Müller, una estudiante de arte que llega a Berlín tras vivir un extraño periodo de autismo voluntario provocado por un drama familiar. Presentados desde el principio de la historia, Lutes 'engaña' con habilidad al lector proponiendo a esta pareja como el eje central del drama, pero mientras avanza la historia, casi desde que Müller se instala en Berlín, el lector cree descubrir que van a ser los habitantes de la ciudad los verdaderos protagonistas de la historia; en realidad, y al menos en este primer volumen, Lutes utiliza a Severing y a Müller como mediadores, como observadores casi, como personajes que en su propio destino y con sus propias palabras son testigos de la cotidianeidad de una ciudad convulsa. Lutes parece haber estudiado muy bien no ya sólo la biografía de cada uno de estos dos personajes, sino su destino, su desarrollo ya que, a medida que avanza el tiempo, que pasan los meses, Severing y Müller evolucionan, sufren cambios en sus perspectivas personales, en su forma de entender la vida, como si Berlín fuera, en realidad, un ente vivo más que los moldea a su antojo.
De alguna manera, Severing y Müller son una parte del distinto tratamiento que Lutes concede a sus personajes. A otro nivel, Lutes recrea al ciudadano sin nombre, policía, ama de casa, oficinista, del que apenas conocemos algunos datos mediante sus pensamientos, unos pensamientos sesgados, recogidos en un instante concreto de su devenir diario, que ayudan a componer un retrato más completo de la cotidianeidad de
Este hormiguero humano censado en el Berlín de entreguerras entra y sale de nuestra vista con una cierta naturalidad. Lutes utiliza un tono más bien pausado para explicarnos sus historias, un tono anclado en un tempo casi real, lleno de espacios muertos, de cosas que no se dicen, de miradas que hablan. Para ello, utiliza una estructura de página más cercana al espíritu de la historieta europea que a la norteamericana, aunque el formato original esté más cerca de un comic-book que de un álbum. Lutes divide las páginas en tres o cuatro tiras, y a partir de ahí rompe la estética cuando lo exige lo narrado; esta dinámica le permite dividir la acción en pequeñas viñetas para las escenas más íntimas, de diálogo, o abrir el campo y generar viñetas de mayor tamaño para mostrar, sobre todo, al otro gran personaje de esta saga:
Pese a lo dicho, los árboles deben dejarnos ver el bosque. Este bosque, Berlín: ciudad de piedras, es una obra ambiciosa, muy bien llevada por Lutes, bien dosificada, un retrato que se quiere fiel a aquella realidad, un trabajo de amor hacia sus personajes, una muy buena historieta para adultos de la que, no lo olvidemos, apenas conocemos un tercio de su extensión.
Berlín: ciudad de piedras. De Jason Lutes. Astiberri, Bilbao, 2005.
Libro de historietas, cartoné, 25,5 X 20 cm., 216 páginas, b/n, 22 euros.
Reseña de Antoni Guiral. Tebeosfera recibió servicio de prensa de Astiberri.