Con motivo del centenario de Little Nemo que se celebró el pasado día 15 de octubre, las editoriales Les Impresions Nouvelle de Francia, Coconino Press de Italia y Ediciones Sinsentido de España hemos decidido reunirnos para celebrar el aniversario del célebre personaje con el que Winsor McCay estableció los fundamentos del moderno lenguaje del cómic.
El resultado es Little Nemo, 1905-2005: un siglo de sueños, un volumen colectivo coordinado por Bênoit Peeters que reúne, por una parte, ilustraciones de homenaje a Little Nemo de los mejores autores de cómic del mundo: Moebius, Katsuhiro Otomo, Miguelanxo Prado, Art spiegelman, François Schuitten, David B, Lorenzo Mattotti, M.A. Mathieu... y, por otra, diversos ensayos sobre Little Nemo de los mejores teóricos de la historieta especializados en sus diversas facetas: Fresnault-Deruelle (semiótica), Serge Tisseron (psicoanálisis), Jean-Marie Apostolidès (sociología), Pierre Sterckx (teoría estética) Thierry Smolderen (estudios visuales), Thierry Groensteen (historia del cómic)...
La extensa nota de prensa que nos han remitido los editores reza lo siguiente:
" SOBRE EL PROYECTO
En octubre de 2005 se celebra el centenario de la obra de Winsor McCay Little Nemo in Slumberland, la cual estableció los fundamentos del moderno lenguaje del cómic. Aún así, existe el riesgo de que a esta excepcional conmemoración no se le dedique toda la atención que se merece.
Por ello, las editoriales Les Impresions Nouvelle de Francia, Coconino Press de Italia y Ediciones Sins Entido de España han decidido reunirse y publicar un gran libro sobre el revelador trabajo de McCay. La característica distintiva y original de esta publicación sería la combinación de documentos inéditos, textos críticos y tributos de diferentes artistas y escritores del panorama internacional, realizando su contribución de varias formas (dibujos, textos cortos, entrevistas...).
El resultado de estas aportaciones es Little Nemo, 1905-2005: un siglo de sueños, un volumen colectivo coordinado por Bênoit Peeters que reúne, por una parte, ilustraciones de homenaje a Little Nemo desarrolladas por los mejores autores de cómic del mundo (Moebius, Katsuhiro Otomo, Miguelanxo Prado, Art Spiegelman, François Schuitten, David B, Lorenzo Mattotti, M.A. Mathieu...) y, por otra, diversos ensayos sobre la creación de Winsor McCay por parte de los mejores teóricos de la historieta especializados en sus diversas facetas (Fresnault-Deruelle - semiótica, Serge Tisseron - psicoanálisis, Jean-Marie Apostolidès - sociología, Pierre Sterckx - teoría estética, Thierry Smolderen - estudios visuales, Thierry Groensteen - historia del cómic...).
Con esta obra, los amantes del cómic están de enhorabuena porque podrán acercarse a la creación de Winsor McCay a través de los ojos de los mejores profesionales contemporáneos. ¡Feliz aniversario, Nemo!
Ficha técnica:
VV.AA. Little Nemo 1995-2005: un siglo de sueños.
Libro cartoné con camisa (33 x
104 páginas a color
P.V.P.: 25
Críticos y escritores:
Jan Baetens, Benoît Peeters, Peter Maresca, Paul Auster, Jean-Marie Apostolidès, Pierre Fresnault-Deruelle, Pierre Sterckx, Thierry Groensteen, Thierry Smolderen, Gilles Ciment, Serge Tisseron, Benoît Mouchart, Henri Van Lier, Jean Rouaud.
Artistas gráficos:
Art Spiegelman, Chris Ware, Bill Watterson, Craig Thompson, David B, Joann Sfar, François Schuiten, Jean-Philippe Bramanti, Marc-Antoine Mathieu, Moebius, Lorenzo Mattotti, Igort, Katsuhiro Otomo, Jiro Taniguchi.
WINSOR McCAY (1867-1934)
CREADOR DE UNA LEYENDA
Zenas Winsor McCay nació en 1867 (el mismo año que otros grandes ilustradores como Frank Brangwyn, Arthur Rackham o Sidney Sime), probablemente en Canadá. Se crió en Michigan, donde comenzó a dibujar a muy temprana edad. A los 13 años retrató un naufragio en la pizarra de la escuela que fue fotografiado, copiado y posteriormente vendido. Su atención a los detalles a tan temprana edad era ya sorprendente.
Su padre nunca vio con buenos ojos sus tendencias artísticas. Cuando McCay contaba 19 años de edad, lo apuntó a una escuela de negocios para que aprendiera un trabajo real. McCay se reveló y comenzó a frecuentar diferentes puntos de Detroit. Fue allí donde empezó a ganar dinero como artista. Su primer trabajo consistió en realizar retratos de los clientes del Wonderland, un establecimiento en parte circo, en parte vodevil, a 25 centavos cada uno. Su facilidad para la observación y su sorprendente habilidad para dibujar a gran velocidad le convirtieron en una atracción popular.
En 1889 se trasladó a Chicago donde trabajó en una imprenta con Jules Guerin. Dos años después, volvió a mudarse, esta vez a Cincinnati. Allí se casó y tuvo dos hijos. Trabajó pintando señales y haciendo dibujos eventualmente para un periódico local. Fue en este periodo donde desarrolló su habilidad con la pluma. Ya en 1899 comenzó a enviar dibujos a la revista Life.
En 1903, McCay recibió una invitación del New York Herald para que trabajara con ellos. A finales de ese año comenzó en la ciudad de los rascacielos su etapa más prolífica como dibujante. Tras tres intentos fallidos (Mr. Goodenough, Sisters Little Sisters Beau y The Phurious Phinish of Phoolish Philipe Phunny Phrolics) crea Little Sammy Sneeze, que se publicó dominicalmente desde julio de
El 15 de octubre de 1905, vio la luz Little Nemo in Slumberland, su obra maestra. Esta nueva creación revolucionó las tiras de cómics, convirtiéndose en un éxito inmediato. Se trataba de una fantasía que semana a semana iba descubriéndonos Slumberland un lugar más mágico que el mundo de Oz de L.F. Baum (1899) y más sorprendente que el país de las maravillas de L. Carroll (1865). En solo cinco años en Nueva York, McCay se había convertido en uno de los artistas más importantes de la ciudad. Su capacidad de comprensión del medio estaba muy por delante de su época.
En julio de 1911, McCay deja el Herald para trabajar en el diario The American de William R. Hearst, conocido sobre todo por la agria versión que de él hizo Orson Welles en su Ciudadano Kane. Nemo fue publicado en este medio bajo el título de In the Land of Wonderful Dreams, ya que el Herald tenía los derechos sobre el nombre de Nemo. Pero poco tiempop después, el 13 de diciembre de 1913, McCay decidió dejar de lado sus tiras y dedicarse a un trabajo editorial serio.
En 1924, tras dejar de trabajar para Hearst, vuelve al Herald intentando revivir Little Nemo, sin embargo, el proyecto solo duró dos años ya que no tuvo una gran aceptación entre el público. McCay murió en 1934. Siempre deseó que la animación se convirtiera en un arte y que sus tiras apelaran no solo a los ojos, sino a las almas. Y sin duda, lo consiguió.
NEMO: UN HITO DEL CÓMIC
A principios del siglo XX, el mundo del tebeo era un medio joven en el que todo estaba por descubrir. Y es en ese periodo primigenio cuando Winsor McCay desarrolló su arte.
En 1905, un periódico neoyorkino comenzó a publicar las aventuras de un niño pequeño que, a través de sus sueños, viajaba a un mundo desconocido y lejano. Semana tras semana, Nemo se desplazaba hasta Slumberland para regresar a casa inevitablemente al final de cada aventura. Para retornar a una realidad marcada por una dura caída contra el suelo o por el enfado de unos padres que no entendían las ansias de libertad de su hijo.
Little Nemo in Slumberland fue un éxito absoluto y con el tiempo se ha convertido en la primera obra maestra de los cómics. El colorido, el montaje, la movilidad que transmiten las viñetas y que nos recuerdan sensaciones más cercanas a contemplar una película que una tira cómica, indican que McCay estaba muy por delante de los demás creadores de su generación.
Las escenas que conforman Little Nemo no son sino un calidoscopio visual lleno de energía y creatividad. Pero los juegos de su creador no se limitaron solo al terreno gráfico, sino que destacan por su valor narrativo. Es, en fin, un cómic pionero que llegó donde muy pocos han sido capaces de llegar con posterioridad, y que nos ha legado momentos clave e iconos de la historieta como la cama con patas larguísimas desplazándose sobre la ciudad o el zeppelin que hace las veces de Nautilus para los protagonistas.
Un siglo más tarde las aventuras de Nemo se siguen leyendo con el mismo asombro y curiosidad que entonces, pero ahora nosotros tenemos la gran fortuna de encontrarnos con la fuente primigenia de momentos cruciales para la historia de los cómics y del propio siglo XX, que ya conocemos porque nos los han transmitido los herederos de McCay."
Informó: José María Alarza