Montaje de la cubierta, con dibujo de Grau
RESEÑA.- Ha salido ya el núm. 61 de la publicación teórica 'El Boletín', coordinada desde Barcelona por Carlos González y con diseño de Manuel López.
Este número viene dedicado -además de a referenciar los fondos de materiales a la venta que González dispone en su librería y que ocupan las 16 páginas centrales de la revista- a dar repaso a algunos de los autores y tebeos de la llamada "época dorada" del tebeo español.
Joan Pieras, amplio conocedor de nuestra historieta así como organizador del festival de cómics de Andorra, rememora la trayectoria de José Grau. Lo hace con un lenguaje claro y sencillo, deteniéndose someramente en algunos aspectos de su biografía en los que nos hubiera gustado que profundizara (Grau pasó cinco meses en un campo de concentración francés hasta su repatriación en 1940) y repasando todas sus series de relevancia; hasta su incursión en el mercado argentino, en Patoruzito. Pieras nos brinda una tebeografía completa y se detiene en los seriales El Teniente Negro y Rey Furia, con sus correspondientes imágenes.
Agustín Riera se encarga de hacer lo propio con Tomás Marco, otro dibujante de tiempos pretéritos a quien la mayoría recuerdan por su participación en El Capitán Trueno. Riera habla de su 'Kalar' y no profundiza en el resto de su producción. En el espacio en que debería haberlo hecho -a nuestro tenor- dedica una larga remembranza a las tiendas, quioscos y librerías con 'tebeos usados', aquellos lugares en los que se intercambiaba, vendía o compraba material ya leído y donde, por unas pocas monedas, te asegurabas la ración semanal de lecturas o el ejemplar que te faltaba a tu colección. Este sistema murió en los finales años ochenta en España, según hemos podido constatar los lectores que vamos para veteranos, pero imagino que fue mucho más efervescente durante los años 40 a 60 a los que el autor se remonta.
Luis Porras nos brinda el sorprendente artículo 'Cosas que recuerdo'. Sorprendente porque está bellamente escrito y porque consiste en una reivindicación muy moderada del gusto por lo propio, por querer que se comprenda el contexto en el que se disfrutaban los tebeos antaño, en una España periclitada y sombría, que hoy se mira desde demasiada distancia. Porras, por ejemplo, reniega de la etiqueta "tebeos del franquismo", precisamente por considerar que el franquismo lo único que consiguió fue recortar libertades pero no dictar a los autores los esquemas a seguir. Al tiempo, Porras recuerda muy acertadamente que: 'La violencia y la dimensión represiva del franquismo fue tal que durante cuarenta años de dictadura no se registró jamás actividad de resistencia alguna, salvo la sindical, en las postrimerías del régimen'. Hay que seguir hablando de los tebeos bajo la dictadura; hay que seguir hablando.
Porras lamenta que los chavales nuevos, los jóvenes de ahora, no vuelvan la mirada a este pasado gris. Lo comprende porque, según estima, 'los jóvenes no tienen otra experiencia, no otra memoria personal, ni otra perspectiva que la de la sociedad en la que viven, y es ahí dónde expresan su identidad generacional'. Razón tiene. Pero entristece ver como en los púlpitos de expresión y valoración actuales hay tan poco amor por los clásicos patrios (y sin embargo tanto deleite por los clásicos foráneos). Es evidente que no es lo mismo la obra de Caniff o Raymond que la de cualquier autor español de nuestro pasado coetáneo con el de estos creadores (aunque Freixas o Blasco sí estarían a igual altura). Pero es triste que en los aproximadamente 130 'blogs' que ahora mismo hay funcionando en España sobre tebeos raramente se trate de nuestros clásicos, salvo, alguna vez, el bueno de Pons. Y si hay alguna plataforma web donde se acuerden del asunto será para reverdecer el ansia coleccionista u operar con la usura de la reventa (a este respecto, según me recordaba recientemente el presidente de la AACE, la Asociación de Autores de Cómic de España, los muchos originales que se pusieron a subasta hace pocas semanas por Soler y su socio en Barcelona eran "propiedad" de un coleccionista que a su vez los había comprado a otro coleccionista de Madrid. El coleccionista que los llevó a la casa de subastas portaba un documento que acreditaba que un autor valenciano se los había vendido. Este documento lo consiguió de manera artera, según hemos podido saber...)
¿Volveremos a disfrutar de alguna revista web, o publicación no alejada de los circuitos de distribución mayoritaria -como es el caso de 'El Boletín'- donde se hable de tebeos clásicos españoles, esa asignatura siempre pendiente? Me temo que va a ser difícil.
Por el momento nos quedan el Comicguía de Valencia y está publicación. Que, por cierto, también dedica artículos en este núm. 61 a las series: 'El sargento Virus', de Ibáñez y Tortajada, la revista infantil 'La Risa' y 'El Espíritu de la Selva', de López Blanco.
La pega: el pixelado de las imágenes, que no acaban de evitarlo. Pero ahí están.
El Boletín, 61, Carlos González ed., Barcelona (I-III-2005). Formato de comic book, 32 páginas en b/n. 3 euros. Los interesados diríjanse a carboletin@terra.es o carlos@elboletin.cc, www.elboletin.cc, o bien a Carlos y Tere, c/ Cerdeña, 112, 3º, 4º, 08018, Barcelona.
Reseña de Manuel Barrero
¡Ah, señor Barrero, cuanto se hecha de menos esa revista teórica por la que usted porfía! En España pocas muestras de profesionalidad han habido a ese respecto. Urich, acaso, pero lastrada por un formato patético (yo quiero un "Dirigido por", con papel satinado y buenas reproducciones, que atienda, con criterio, a la actualidad y reserve espacios a la historia, a los autores. Y que incluya entrevistas... Lo más parecido nos lo brindó su magnífica Tebeosfera. Pero el quiosco se resiste a una revista profesional. Me temo que sin un promotor altruista y dispuesto a perder (dinero, no satisfacciones personales), es mera ciencia ficción.
ResponderEliminarSí, Punch, así es.
ResponderEliminarUrich no era un mal formato y estaban abiertos a los clásicos (los de Bruguera llegaron de la mano de Soto), aunque cada vez quedan menos escritores que sepan de estos tebeos: ya no se leen.
Hoy, un "clásico" es Born Again...
Sobre un promotor altruista y tal, pues sí, vendría bien. Si yo fuera millonario ya lo estaría haciendo.
Pero nunca juego.